Capitalismo como religión
Walter Benjamin
Traducido por Bernardo Rocco
[Fragmento 74]
Se puede observar en el capitalismo una religión, es decir, el capitalismo esencialmente sirve para satisfacer las mismas preocupaciones, angustias, e inquietudes respondidas anteriormente por la llamada religión. La prueba de la estructura religiosa del capitalismo - no sólo como una construcción religiosamente condicionada, como Weber pensaba, sino como un fenómeno esencialmente religioso - es aún, hoy en día, una polémica universal engañosa y sin límites. No podemos acercarnos a la red en la que nos encontramos. Un punto de vista dominante, sin embargo, será posible más tarde.
No obstante, tres características de la estructura religiosa del capitalismo son reconocibles en la actualidad. En primer lugar, el capitalismo es una secta religiosa pura, quizás la más extrema que alguna vez haya existido. Todo dentro de ella sólo tiene sentido en relación directa con el culto: que no conoce dogmas especiales, ni teología. Desde este punto de vista, el utilitarismo gana su coloración religiosa. Esta concreción del culto se conecta con una segunda característica del capitalismo: la duración permanente del culto. El capitalismo es la celebración del culto sans trêve et sans merci. Aquí no hay “día de la semana”, no hay día que no sea un día de fiesta en el sentido terrible de exhibir toda la pompa sagrada - el esfuerzo extremo de la adoración. En tercer lugar, se trata de un culto que genera culpa. El capitalismo es probablemente el primer caso de culpamiento, en lugar de un culto de arrepentimiento. He aquí donde se situa este sistema religioso en la caída de un movimiento tremendo. Un enorme sentimiento de culpa que no sabe cómo arrepentirse, que se aferra al culto, a fin no de arrepentirse de esta culpa, sino para que sea universal, para martillarla en la conciencia y, finalmente, y sobre todo incluyendo a Dios mismo en este sentimiento de culpa, con el fin de llevarlo al arrepentimiento. Este arrepentimiento no es algo que se espere en el culto mismo, ni en la reforma de esta religión - que debe aferrarse a algo seguro dentro de ella - ni siquiera en la negación de la misma. En la esencia de este movimiento religioso que es la mentira del capitalismo - soportando hasta el final, hasta que finalmente se ha completado la infusión de la culpa en Dios - la consecución de un mundo de desesperación aún no esperado. Ahí está la enormidad histórica del capitalismo: la religión no es ya la reforma del ser, sino su destrucción. A partir de esta expansión de la desesperación en el estado religioso del mundo, se espera la curación. La trascendencia de Dios ha caído, pero no está muerto. Él se introduce en el destino del hombre. Este paso del “hombre universal” a través de la casa de la desesperación es, en la soledad absoluta de su camino, el espíritu que describe Nietzsche. Este hombre es el Übermensch, el primero que, a sabiendas comienza a darse cuenta del capitalismo de la religión. La cuarta característica de la estructura religiosa del capitalismo es que su Dios tiene que ser ocultado y sólo se puede hablar de él en el cenit de su culpabilidad. El culto se comienza a celebrar ante una deidad inmadura, mientras que cada imagen, cada idea sobre él lesiona el secreto de su madurez.
La teoría freudiana también pertenece a la regla sacerdotal de este culto. Es totalmente capitalista, en el pensamiento. La represión, la imaginación pecaminosa, que, en el fondo, sigue siendo una analogía iluminativa del capital - a la que el infierno del inconsciente paga interés.
Este tipo de capitalismo, de pensamiento religioso magníficamente se reconcilia en la filosofía de Nietzsche. La idea del Übermensch pierde el salto apocalíptico no mediante el cambio de sus formas, expiación, purificación, o penitencia, sino en la aparentemente continua, pero al final, disruptiva, intensificación discontinua. Es por ello que la intensificación y la evolución son incompatibles en el sentido de “non facit saltum”. El Übermensch es el que, sin cambiar, llegó, y atravesó el cielo - el hombre histórico.
Nietzsche prejuzgó [predicó] que en el momento de la apertura de los cielos a través de la creciente humanización, la religión (también para Nietzsche) de la culpa es y seguirá siendo lo que es. De una manera similar con Marx: el capitalismo que no invierte se convierte en socialismo con intereses simples y compuestos, que son las funciones de la culpa (tener en cuenta la ambigüedad de este concepto demoníaco).
El capitalismo es una religión puramente cultica, sin dogma. El capitalismo se desarrolló parasitariamente a partir del Cristianismo en Occidente - no sólo en el Calvinismo, sino también, como se debe demostrar, en los restantes movimientos cristianos ortodoxos - de tal forma que, al final, la historia del capitalismo es esencialmente la historia de sus parásitos. Por un lado, comparar la iconografía sagrada de las diversas religiones con los billetes, y por otro con los billetes de los diversos países: El espíritu que habla desde la ornamentación de los billetes.
Las preocupaciones: una enfermedad mental, que se adapta a la época capitalista. Espiritual (no material), la desesperanza en la pobreza, el vagabundismo - la mendicidad - la vida monástica. Una condición que es tan desesperada que es culpable. Las preocupaciones son el índice de esta conciencia culpable de la desesperanza: preocupaciones que se originan en el temor de la desesperación que es de base comunitaria, no individual - material.
El cristianismo en la época de la Reforma no fomenta el surgimiento del capitalismo, sino que al contrario se transforma en capitalismo.
Metodológicamente sería productivo examinar primero que asociaciones el dinero ha adoptado con el mito en el curso de la historia - hasta que se pudiera sacar del cristianismo elementos míticos suficientes como para constituirse en su propio mito.
Wergild/Tesauro de las buenas obras/El salario que se debe al sacerdote.
Plutón como Dios de los ricos.
Conexión del dogma de la naturaleza del conocimiento - que, en su calidad resolutiva, es, para nosotros, al mismo tiempo, una liberación y una matanza - con el capitalismo. El resultado final es un conocimiento ya arruinado y liberador.
Contribuye al conocimiento del capitalismo como una religión, el imaginar que ciertamente el paganismo original y más aproximadamente, sin duda, la religión comprendida no como un interés de la más alta moral, sino como la más inmediatamente práctica - había tenido, como tuvo con otras palabras, conocimiento de su naturaleza ideal o trascendental, al igual que el capitalismo de hoy, pero que no vio en el no religioso o persona de diferente fe un miembro infalibe de su comunidad, precisamente en el mismo sentido que la burguesía moderna considera a quienes no son sus miembros.