THE MATCH IS ON


Este blog está inspirado en los territorios cinemáticos-comunitarios del boxing “Rocco e i suoi fratelli” (Luchino Visconti, 1960), y pretende dar rienda suelta al espectrum literario-crítico local y global, así como a todas las bestialidades estéticas-artísticas del sujeto moderno, deacuerdo a ciertas prácticas y prescripciones de pelea discursiva como la ironía, el sarcasmo, la parodia y la sátira.


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30 de septiembre de 2011

Cirugía psíquica de extirpación de Macedonio Fernández


ROCCO



Macedonio Fernández (1874-1952) ejerce y representa el hallazgo para toda una generación de escritores argentinos de un precursor y maestro, y de un tipo de literatura autocrítica y experimental cuyo alcance y función es el cuestionamiento del lenguaje.
Como integrante de las revistas de los jóvenes ultraístas, Macedonio Fernández fue amigo de Leopoldo Lugones y maestro de Jorge Luis Borges; admirador de Ricardo Güiraldes y Ramón Gómez de la Serna, quien tuvo una gran influencia en su obra, así como la tuvo Macedonio con respecto a Julio Cortázar.
Aunque en el ámbito de la literatura hispanoamericana Macedonio Fernández perteneció a la generación modernista de Leopoldo Lugones, su proyecto artístico original y excéntrico lo convirtió en un faro de las vanguardias argentinas y en un fundador de distintos linajes textuales de la literatura hispanoamericana.
En este contexto, la intención es analizar la función del lector en su relación con el elemento fantástico, y profundizar en las correspondencias que se establecen entre escritura, lectura y crítica literaria. Según Germán Leopoldo García, Cirugía psíquica de extirpación es un “texto que anuda todas las variantes de la escritura de Macedonio: definiciones sobre el arte, humor, reflexiones sobre la escritura, escaramuzas y confesiones” (82).
A la vez que se relata la historia de Cósimo Schmitz en Cirugía psíquica de extirpación, se desarrolla simultáneamente una teoría del cuento que no sólo relaciona la actitud creadora y la teorización sino que renueva las técnicas del género y la concepción sobre el lector. Esta teoría del cuento está fundamentada en las notas a pie de páginas, las disgresiones, los paréntesis, y algunas incoherencias y recursos humorísticos.
El cuento relata la vida del herrero Cósimo Schmitz quien aburrido de la monotonía de la vida desea cambiar su pasado por otro más arriesgado y novedoso: “infeliz; protestó de su pasado vacío y rogó a Demetrius que le diera un pasado de filibustero de lo más audaz y siniestro, pues durante cuarenta años se había levantado todos los días a la misma hora en la misma casa, hecho todos los días lo mismo y acostádose todas las noches a igual hora, por lo que estaba enfermo de monotonía total del pasado” (Macedonio 210). Con tal fin y para romper la monotonía de su vida Cósimo se somete a una operación quirúrgica cerebral. Desafortunadamente, el pasado que obtiene es aún peor que el anterior. Después de la operación el herrero ha resultado ser el asesino de toda su familia y es condenado a muerte. Para aliviar su culpa, Cósimo decide recurrir a otra operación que extirpe su noción de futuridad.
De este modo, sin pasado ni futuro, el herrero puede vivir en un presente eterno, apacible y placentero: “El futuro no vive, no existe para Cósimo Schmitz, el herrero, no le da alegría ni temor. El pasado, ausente el futuro, también palidece, porque la memoria apenas sirve; pero que intenso, total, eterno de lo que ha de venir, ni en el pensamiento de que en seguida todo habrá pasado” (205).
El protagonista muere finalmente en la silla eléctrica, pero muere feliz pues no ha tenido conciencia de lo que ocurriría: “Murió en sonrisa; su mucho presente, su ningún futuro, su doble pasado, no le quitaron en la hora desierta la alegría de haber vivido, Cósimo que fue y no fue, que fue más y menos que todos” (213). Sin embargo, hacia el final del cuento el lector se entera que Cósimo Schmitz ha sido en realidad víctima de un “terrible e inexistente delito” (210).
El evento sobrenatural, como ocurre también en la Metamorfosis de Kafka, es presentado por un narrador omnisciente: “Se ve a un hombre haciendo su vida cotidiana de la mañana en un recinto cerrado. Es el herrero Cósimo Schmitz, aquél a quien en célebre sesión quirúrgica ante inmenso público le fue extirpado el sentido de futuridad” (204). Este narrador ofrece muy pocas indicaciones de duda o sorpresa en el cuento, y su intención manifiesta es confundir y distraer al lector: “¿pero no se advierte que la técnica de narrar a tiempo contrario, cambiando el orden de las piezas de tiempo que configuran mi relato, despertará en el lector una lúcida confusión, diremos, que lo sensibilizará extraordinariamente para simpatizar y sentir en el enrevesado tramo de existencia de Cósimo? Sería un fracaso que el lector leyera claramente cuando mi intento artístico va a que el lector se contagie de un estado de confusión” (209-10).
El cuento se inicia con un evento sobrenatural, y durante el transcurso de la narración se da un incremento de la atmósfera de naturalidad que se mantiene hasta el final del relato. El elemento insólito no aparece como una serie de indicaciones indirectas: está contenido al comienzo del cuento. El relato parece incluso referirse a un evento perfectamente posible – por ejemplo un paciente que sufre un ataque de esquizofrenia y que por consecuencia es intervenido quirúrgicamente – y no a una extirpación del sentido de futuridad: el elemento fantástico se convierte en la regla; no en la excepción. Como consecuencia, hay un doble movimiento contrario que se intenta describir en el cuento: las cirugías y sus resultados, y las circunstancias que rodean la muerte de Cósimo Schmitz, que siguen al evento inexplicable, y que caracterizan la transición desde lo sobrenatural a lo natural.
Según Tzvetan Todorov, el elemento fantástico está representado por el hombre común, de “fantastic being” (171), encarnado en el cuento por la figura de Cósimo Schmitz. Para Todorov, se está ante la presencia de un elemento fantástico generalizado que no sólo relaciona dos géneros aparentemente incompatibles (el maravilloso e insólito) sino que “swallows up the entire world of the book and reader along with it” (174). Cuando el lector finaliza el relato sobre el herrero Cósimo Schmitz, se da cuenta que la idea sobre la extirpación del sentido de futuridad a la que es sometido Cósimo resulta ser bastante familiar. Esto se debe a que es el lector quien lleva a cabo el proceso de adaptación mientras lee lo que sucede con el herrero. El receptor confrontado al principio con el evento sobrenatural, termina por reconocer su naturalidad: el lector también se vuelve fantástico.
El receptor ya no sólo cumple la función de lector fantástico, sino que también potencia el elemento fantástico al agregar un efecto de ambigüedad e indeterminación a la lectura, incrementando la profundidad expresiva y formal del relato. Es así, como las expectativas del lector y su interpretación del cuento se ven fragmentadas y diseminadas no sólo a nivel semántico sino también a nivel textual y estético con respecto a la propia narración, los pies de página, los paréntesis con apelaciones al lector, y los guiones; lo que desemboca en el desarrollo de una nueva teoría del saber contar: “Mi sistema de interponer notas al pie de página, de disgresiones y paréntesis, es una aplicación concienzuda de la teoría de que tengo de que el cuento (como la música) escuchado con desatención se graba más” (214).
La presencia del lector juega un papel determinante al momento de visualizar las relaciones entre receptor, texto y narrador. A este respecto, el narrador se pregunta: “¿Será el lector el Poe que yo no alcanzo a ser en este trance espantador, seguido de beatitud? (¿Y es artístico describir con palabras y gesticulaciones en textos literarios?)” (208). Con esta afirmación, Macedonio se refiere a la capacidad activa que posee el lector en el proceso de lectura; al actualizar, interpretar y resignificar un determinado texto. En cierta medida, el lector “es llamado a cumplir una función inapelable; no se le pide un juicio, sino la participación en una mística. . . ‘disolver su yo’ – irrealizarse – para que la realidad del texto se inscriba – de cuerpo en cuerpo – en la cadena de la eternidad “(García 15).
De alguna manera, el lector desempeña un rol de (re)creador de significado, que se expresa por la constante intención del narrador en que el lector termine el cuento: “dejo la pluma al lector para que escriba para sí lo que yo no sabré describir: la locura, el espanto, el desmayo” (208). De este modo, el lector no sólo se ve enfrentado al dilema de la indeterminación textual que el relato propone, sino también el receptor se convierte en un protagonista más del proceso creativo del escritor, una suerte de (co)autor y (re)creador de significado que se corresponde con las opciones de lectura que despliega Macedonio en su relato.
El acto de lectura se transforma en una suerte de operación por elección, donde el lector puede elegir por sí mismo, mientras realiza un trabajo de selección a medida que se interna en los múltiples significados que el texto contiene, y así completar el sentido del texto a través de múltiples actualizaciones (Mazzei 37). Sin embargo, tal actualización requiere de una cierta competencia para orientarse, para cubrir aquellos espacios vacíos dejados por el texto, como huellas o pistas a ser descubiertas por el lector.
Por otra parte, el narrador guía la lectura, se asegura de que el lector entienda la materia narrada, ya sea mediante paréntesis: “(comprenderéis que la mañana cotidiana que estaba pasando transcurre en un calabozo)” (205), el uso de guiones: “Informo de paso –dato útil para el lector-” (208), o a través del diálogo directo y franco con el lector en materia estética: “Así, pues, querido lector, si este cuento no te gusta, ya sabes como olvidarlo. ¿Quizás no lo sabías y sin saberlo no hubieras podido olvidarlo nunca? Y sabes que éste es un cuento con mucho lector, pero también con mucho autor, pues que os facilita olvidar sus invenciones” (207).
No sólo el cuento se repliega sobre sí mismo y critica su naturaleza, sino a su vez, el escritor medita y se pregunta sobre que es escribir, explora las interrogantes que surgen de su acto de invención. Como bien dice Flora Schiminovich: “El escritor quiere que su escritura se desdoble y se objetivice obligando al lector a tomar conciencia del plano ficticio de la narración, lo cual -al mismo tiempo- compromete a ese lector a una lectura atenta y cuidadosa” (188).
La lectura se transforma así en una empresa crítica y de construcción de nuevos significados. El juego entre lector y autor construye un lenguaje, una estructura que hace patente y revela la compleja naturaleza de sus componentes, los efectos que produce el texto y sus grados de indeterminación en el lector, el compromiso del receptor en la coproducción de su posible intención, el horizonte de expectativas propio del receptor, y la especificidad del texto en relación a otros (Schopf 87-91).
Como señala Isaacson, refiriéndose a la importancia del lector en la obra de Macedonio Fernández: “El carácter dialógico de un texto es la piedra de toque de su literaturidad. Continuamente, Macedonio introduce al lector en sus textos, se dirige a él, piensa en él, y lo hace partícipe de la escritura. No espera que el lector se aproxime a sus textos, él mismo va a su encuentro como queriendo forzarlo a compartir su escritura” (113).
En conclusión, el lector contemporáneo se sitúa y toma parte en la discusión, se enfrenta a las diversas estrategias y opciones de lectura que se encuentran en los límites de la escritura y su destrucción. Como menciona el narrador a pie de página: “las y los ya hacen narrativa a cualquier sucesión de palabras, todo lo hilvanan y ‘precipitan’” (214), aunque el lector quede expuesto a los estallidos y artificios de un discurso reivindicador del acto creativo: “me estoy declarando escritor para el lector salteado, pues mientras otros escritores tienen verdadero afán por ser leídos atentamente, yo en cambio escribo desatentamente, no por desinterés, sino porque exploto la idiosincrasia que creo haber descubierto en la psique de oyente o leyente” (214).
Bibliografía
Borges, Jorge Luis. Macedonio Fernández. Buenos Aires: Ediciones culturales Argentinas, 1961. 
Borinsky, Alicia. Macedonio Fernández y la teoría crítica: una evaluación. Buenos Aires, Corregidor, 1987.
Fernández, Macedonio. Papeles de recienvenido: poemas, relatos, cuentos, miscelánea. Buenos Aires: Centro editor de América Latina, 1967.
García, Germán Leopoldo. Macedonio Fernández: la escritura en objeto. Buenos Aires, Siglo XXI, 1975.
González Martínez, Henry. “El minicuento en la narrativa de Macedonio Fernández.” El cuento en red N° 2 otoño (2000): 1-17. 
Isaacson, José. Macedonio Fernández, sus ideas políticas y estéticas. Buenos Aires: Belgrano, 1981.
Lindstrom, Naomi. Macedonio Fernández. Lincoln: Nebraska-Lincoln UP, 1981.
Loggie, Peter. “The Development of a New Literary Aesthetic: The Proa Fiction of Macedonio Fernández.” Diss. Nottingham U, 2004.
Mazzei, Norma. Postmodernidad y narrativa latinoamericana. Argentina: Filofalsía, 1999.
Schiminovich, Flora H. La obra de Macedonio Fernández: una lectura surrealista. Madrid: Pliegos, 1986.
Schopf, Federico, ed. Teoría de la recepción. Santiago: Cuadernos de literatura N° 1 Universidad de Chile, 1993. 
Todorov, Tzvetan. The Fantastic: A Structural Approach to a Literary Genre. Ithaca: Cornell UP, 1975.

El horror en la literatura


Lovecraft, H. P. El horror en la literatura. Alianza: Madrid, 2002
1. Introducción
Lovecraft define el miedo como una emoción antigua e intensa a lo desconocido. Este aspecto y su exactitud garantiza en todas las épocas la autenticidad y dignidad del relato de horror preternatural como género literario. El atractivo de lo macabro exige del lector cierto grado de imaginación, y capacidad para desasirse de la vida cotidiana. Por tanto, ninguna racionalización o psicoanálisis freudiano puede anular por completo el estremecimiento provocado por el relato de horror.
El cuento verdaderamente preternatural tiene algo más que los usuales asesinatos secretos y huesos ensangrentados. Debe contener cierta atmósfera de intenso e inexplicable pavor a fuerzas exteriores y desconocidas, y el asomo, expresado con una seriedad y una sensación de presagio que se van convirtiendo en el motivo principal, de una idea terrible para el cerebro humano: la de una suspensión o transgresión maligna y particular de esas leyes fijas de la naturaleza que son nuestra única salvaguardia frente a los ataques del caos y de los demonios de los espacios insondables.
El aspecto más importante es la atmósfera, ya que el criterio último de autenticidad no reside en que encaje una trama, sino en que se haya creado una determinada sensación. Un relato preternatural cuyo objeto sea enseñar a producir un efecto social, o cuyos horrores se expliquen al final por medios naturales, no es un verdadero relato de miedo cósmico. La única prueba de lo verdaderamente preternatural es saber si despierta o no en el lector un profundo sentimiento de pavor, y de haber entrado en contacto con esferas y poderes desconocidos.
2. Los albores del cuento de horror
El terror cósmico aparece como un ingrediente del folklore antiguo, que se cristaliza en baladas, crónicas y textos sagrados, alcanzando su máximo desarrollo en Egipto y en las naciones semíticas. Sin embargo, fue durante la Edad Media, impregnada de tenebrosidad fantástica, lo que impulsó la expresión literaria de terror. En Oriente, el relato preternatural tendía a adoptar una viveza y colorido esplendorosos. En Occidente, el teutón místico y el celta le imprimieron un terrible patetismo y una atmósfera seria y convincente que duplicaron la fuerza de sus horrores medio explicados, medio sugeridos. Tal fuerza se debe a la presencia de un culto procedente de los tiempos preagrícolas, y que tenía sus raíces en los más repugnantes ritos de fertilidad, y que fue transmitida a pesar de la dominación de los druidas, grecolatinos y cristianos.
El sistema de teología invertida del culto a Satanás, que dio origen a la misa negra, los astrólogos, cabalistas y alquimistas como Alberto Magno o Raimundo Lulio, y los tratados sobre brujería y demonología, así como las epidemias de peste negra, y las esculturas del gótico, intensificaron el espíritu de horror en Europa. De este suelo fértil se nutrieron tipos y personajes oscuramente míticos y legendarios que han subsistido en la literatura preternatural hasta hoy, como el fantasma, el amante diablo, el psicopompo, y el hombre lobo.
A lo largo del siglo XVII, y hasta bien entrado el XVIII, aparece un número mayor de leyendas y baladas de carácter tenebroso que, no obstante, se conservan bajo el aspecto de literatura aceptada y cortés. Sin embargo, acontece el despertar del sentimiento romántico: la era de un goce nuevo de la naturaleza, así como el esplendor de los tiempos pasados, de los escenarios extraños, de las acciones valerosas y de las maravillas increíbles, que fue el origen de la escuela gótica de la narración fantástica y de horror.
3. Primer período de la novela gótica
Fue el inglés Horace Walpole, quien se convirtió en el fundador del relato literario de horror como género permanente. Walpole publicó en 1764 “El castillo de Otranto”, relato de tema sobrenatural, carente por completo de convicción y mediocre en sí mismo, por ser una historia tediosa, artificial y melodramática. Sin embargo, destaca la creación de un tipo de escenario, de personajes marionetas y de incidentes nuevos, los cuales estimularon el desarrollo de una escuela de imitadores de lo gótico que inspiró a su vez a los auténticos maestros del terror cósmico.
Ann Radcliffe (1764-1823) fue otro exponente del género, quien escribió seis novelas que hicieron del terror y el suspenso una moda, a pesar de utilizar explicaciones mecanicistas, y su propensión al error histórico y geográfico. “The mysteries of Udolpho” (1794) es su obra más famosa y puede considerarse prototipo de la novela gótica del primer período.
4. El apogeo de la novela gótica
Matthew Gregory Lewis (1773-1818), cuya novela “El monje” alcanzó una prodigiosa popularidad, imprimió al género de terror formas más violentas y macabras, sin estropear sus visiones espectrales con explicaciones naturalistas.
Las novelas góticas empezaron a aparecer en este período, tanto en Inglaterra como en Alemania, en profusión multitudinaria y mediocre. Sin embargo, Charles Robert Maturin (1782-1824) concibió finalmente la obra maestra del horror, “Melmoth el Errabundo” (1820), que es la historia de un caballero irlandés que, en el siglo XVII, consigue prolongar la vida de forma preternatural por mediación del Diablo. El estilo de Maturin merece un elogio especial, pues su forma directa y su vitalidad se elevan por encima de las pomposas artificiosidades de Radcliffe y Lewis.
5. El ocaso de la novela gótica
Marcadamente distinta de las obras anteriores por su fundamento en el relato oriental más que en la novela gótica de Walpole, se encuentra la “Historia del califa Vathek” de William Beckford. Sin embargo, la obra más importante de este período es “Frankenstein, o el moderno prometeo” (1817) de Mary Shelley. La novela, algo teñida de didáctica moral, trata de un ser humano artificial formado con fragmentos de cadáveres. En esta misma época, Walter Scott se interesa por lo preternatural, incorporándolo en muchas de sus novelas y poemas, publicando en 1830 sus “Cartas en demonología y brujería”. En esta época también floreció una ola de interés por el espiritismo, la teosofía hindú, por lo que el número de relatos espectrales con fondo psíquico o pseudocientífico fue muy elevado.
La tradición romántica, semigótica y cuasimoral representada, hasta bastante entrado el siglo XIX, corrió a cargo de autores como Joseph Sheridan LeFanu, Wilkie Collins, H. Rider Haggard, Conan Doyle, H. G. Wells, y Robert Louis Stevenson, quien a pesar de una tendencia hacia el manierismo desenfadado, creo tipos que se han hecho clásicos como “El doctor Jekyll y Mr. Hyde”. Puede decirse que esta escuela todavía sobrevive, pues a ella pertenecen aquellos relatos de horror contemporáneos, que centrados en el suceso más que en los detalles ambientales, apuntan más al intelecto que a una tensión maligna o a una verosimilitud psicológica.
Totalmente aparte como novela y obra literaria de terror se encuentra la famosa “Cumbres borrascosas” (1847) de Emily Brontë que no es un mero eco gótico, sino la tensa expresión ante lo desconocido. En este sentido, se convierte en símbolo de una transición literaria y marca el crecimiento de una escuela nueva y vigorosa.
6. La literatura preternatural en el continente
La literatura de horror se desarrollo bien en Europa, como los célebres relatos de E.T.A Hoffmann (1776-1822) caracterizados por la riqueza de fondo y madurez de forma, aunque tiendan hacia la ligereza y la extravagancia. También el clásico alemán “Ondine” (1814) de Friedrich Heinrich Karl, que es la historia de una ondina que se casa con un mortal con el fin de conseguir un alma. Entre otros clásicos alemanes se puede mencionar a “La bruja de ámbar” de W. Meinhold, y “El aprendiz de brujo” de H. H. Ewers. 
También Francia ha sido fecunda en el terreno de lo espectral. Víctor Hugo, en relatos como “Han de Islandia”, y Balzac, en “Piel de zapa” utilizan en mayor o en menor medida lo sobrenatural. Sin embargo, es en narraciones como “Avatar” de Teofilo Gautier donde se encuentra un sentido francés del mundo irreal. Por su parte, Gustavo Flaubert continúa la tradición de Gautier en “La tentación de San Antonio” de marcada tendencia realista. 
Más tarde surgen los poetas de la escuela simbolista y decadente, cuyos intereses se centran más en anormalidades del pensamiento humano y el instinto que en lo verdaderamente sobrenatural. Entre los más destacados se encuentra Baudelaire, enormemente influido por Poe. También, los cuentos de horror de Guy de Maupassant, presentan características propias, y son expresión de un cerebro realista en estado patológico. El más destacado es “El Horla”, considerado como su obra maestra. En el se narra el advenimiento a Francia de un ser invisible que se nutre a base de agua y leche, domina la mente de los demás, y parece ser la vanguardia de una horda de organismos extraterrestres llegados a la tierra para dominarla.
Una rama floreciente, aunque oculta hasta hace muy poco, es la literatura preternatural de los judíos, mantenida y alimentada por la antigua magia oriental, la literatura apocalíptica y la cábala. El mejor ejemplo literario es la novela alemana “El Golem”, de Gustav Meyrink. El nombre procede de un fabuloso gigante artificial, supuestamente fabricado y animado por rabinos medievales valiéndose de cierta fórmula misteriosa.
7. Edgar Allan Poe
Es considerado el maestro del relato de horror moderno en su estado actual y definitivo. Poe percibió la impersonalidad esencial del artista, y sabía que la función de la ficción creadora consiste en expresar e interpretar los sucesos y los sentimientos tal como son, sin tener en cuenta hacia dónde tienden o que demuestran. Su intención impersonal y artística estuvo favorecida por una actitud científica, que le permitieron trabajar con las verdaderas fuentes del terror evitando el estremecimiento convencional y estereotipado. 
También es importante su contribución al relato corto, como el mantener un solo estado de animo y producir una sola impresión en un relato, o la reducción drástica de los incidentes limitándose a los que tienen relación directa con la trama y figuran de manera destacada en el momento culminante. Entre los relatos considerados preternaturales se encuentran “Manuscrito hallado en una botella”, el “Relato de A. Gordon Pym”, y “El hombre de la multitud”. Sin embargo, es “La caída de la casa Usher”, el relato que representa la cumbre del arte de ficción preternatural.
8. La tradición preternatural en América
América, además de heredar el folklore tenebroso de Europa, poseía un fondo adicional de asociaciones preternaturales en que inspirarse. Este fondo procedía de los intereses espirituales y teológicos de los primeros colonizadores, así como de la naturaleza extraña y prohibida del escenario en que se adentraban. También ayudaron las ideas de la teocracia puritana respecto del Dios severo y vengativo de los calvinistas; y la morbosa introspección a que daba lugar la vida aislada en el interior de los bosques, que perduró después de los temibles días de Salem.
En Nathaniel Hawthorne, descendiente de la antigua Salem, encontramos un alma amable, definida por el puritanismo de la primitiva Nueva Inglaterra, oscura y melancólica, y afligida ante un universo amoral. El Mal, fuerza muy real para Hawthorne, aparece en todas partes como un adversario acechante y conquistador. La obra más importante por su elaboración artística es la novela “La casa de las siete buhardillas”.
Ambrose Bierce, nacido en 1842, intervino en la guerra civil para desaparecer en 1913 envuelto en una nube de misterio. Bierce fue un satírico y panfletista de fama, además de un maestro de la comedia sardónica y el humor fúnebre. Pero su fama descansa en sus terribles narraciones cortas, gran número de las cuales tratan de la guerra civil. Entre sus obras mas destacadas se encuentra “La muerte de Halpin Frayser”, considerada el relato mas diabólico de la literatura de lengua anglosajona.
9. La tradición espectral en las Islas Británicas
Entre los escritores que se destacan, están Oscar Wilde con su novela “El retrato de Dorian Gray”; Matthew Phipps Shiel y su obra maestra “The House of Sounds”; Bram Stoker y su obra “Drácula”, modelo moderno del mito del vampiro; Walter de la Mare y su novela “The Return”; y William Hope Hodgson y su “Casa en el confín de la tierra” (1908). Mención aparte merece la tradición irlandesa de horror, cuyo mayor representante es W. B. Yeats, quien recopiló, estudió y codificó viejas leyendas celtas.
10. Los maestros modernos
La técnica, la habilidad, la experiencia y los conocimientos psicológicos han avanzado tremendamente con los años, de forma que muchas de las antiguas obras parecen ingenuas y artificiosas, y sólo las redime en contados casos el genio que logra prevalecer sobre las graves limitaciones. Arthur Manchen destaca con su obra “El gran dios Pan” (1894). Menos intenso que Machen en trazar los extremos del puro terror, aunque infinitamente más próximo a la idea de la existencia de un mundo irreal que nos hostiga constantemente, es el prolífico Algernon Blackwood, maestro absoluto e incuestionable de la atmósfera espectral. El volumen titulado “Aventuras increíbles” incluye algunos de los relatos más bellos y libremente ambientados de su producción literaria. Por último, destaca Lord Dunsany, inventor de una nueva mitología y folklore sorprendentes, especialmente en su obra “The Laughter of the Gods”.

Allen Ginsberg in the Havana


Allen Ginsberg in the Havana
Published in “Mundo Nuevo”, Paris, April of 1969, page 48-54
José Mario Rodríguez
I met Allen Ginsberg in 1965: we making arrangements to publish a magazine that was to be called Resumen Literario El Puente I, in which one of the numbers would include Howl. The translator, David Bigelman, was trying to make contact with Ginsberg through one of the American students that was in Cuba and who was said to have known him, after we learned through the press that Casa de la Americas was going to invite Ginsberg to be part of the poetry jury of that year. The evening that his arrival was announced; he was with some friends at the Unión de escritores. At ten o’clock the same night after the Unión closed, we left in a group and sent two people for one bottle of alcohol while the rest were waiting. Shortly after, the people who went for the bottle showed up accompanied by a bearded man wearing glasses who was going bald and wearing a Mexican serape: the man was Allen Ginsberg. We saw him walking in front of the Havana Libre with his prophet aura and had the intuition that he was the poet with whom we were talking when we invited him to drink something with us. He immediately showed himself cheerful. He asked us with how he could take out some leeches that he got in Mexico. Among jokes and laughs we took him to a pharmacy where he could buy a pot of soldier unguent. From there, we went to the Atelier Club. A young married couple from the group started asking him questions about the beatniks and the attitude that they currently hold. Ginsberg became interested when we told him that we run editorials and that we were going to start the publication of a magazine with one of his own poems. The Cuban Revolution, the young people and the culture immediately were brought out. The questions were about sexual freedom. During this time in Havana the expulsions from the School of Arts and persecutions against homosexuals were getting an inquisitor and sinister character as Ginsberg insisted. While the young married couple explained to him the details, the bottle of alcohol fell down during the stimulated conversation. We then left to the street. Manolo and I went ahead with Ginsberg trough the Vedado. He told us that he was staying at the Rivera Hotel. Manolo was translating poems from Kaddish and others poems. Ginsberg talked about his poetry and the differences that existed between her, Ferlingetti, and others beatnik poets. According to him, his poetry was like the verse of Odes of Lorca to Whitman “tu barba llena de mariposas.” He insisted that he saw the butterflies in the Lorca’s beard and in others he saw only the beard. We left him at the corner of the hotel and we agreed to see him the next day in the afternoon and to talk about the translations.
It was around seven when we arrived at the hotel. The elevator operator denied us entry and he sent us to the hall. We explained to the hall employee that we were going to see the American poet in order to discuss translations. He told us that it was prohibited to go up to his room. We asked him to call Ginsberg and he then came down and took us up to his room, showing he was bothered by the attitude that they had with us. Shortly after that we talked and explained to him about the “Ediciones El Puente” and the young poets and writers that we publish, I showed him the books. Ginsberg referred to a young student of the Art School who visited him in the morning, reading poems and explaining the persecutions and expulsions that were happening in that school (later on, we knew that the young student was detained by police out side the hotel that day). We read some poems. Ginsberg wanted those poems that Manolo was translating be adapted to the Cuban reality, translating to the language of that moment. He explained to me how some words only use by the beatniks had a popular character. I told him about the reading that we gave in a club (The Crooked Cat) with composers and popular singers and the impact that caused, and how we thought to do another one. He told me that if he still stayed in the Havana he could participate. If persecutions in Cuba still existed for the way of dress, etc., how was he invited? What were the feelings and the sickly people? In a couple of hours Ginsberg could get information about many things and he didn’t stop to confront it. At that moment people from the newspaper “Today” showed up. They came to interview him. Manuel Díaz Martínez took a seat. We were without shoes and lying down pretty comfortable in both beds. Sir Ginsberg, he asked seriously after an astonishing moment. What would you say if you meet with Fidel Castro? Ginsberg responded to him that there is nothing else to see in Havana but Castro, if he could see him; he would ask him to stop the shooting. Instead of shooting people he could punish them by being the elevator operator at Hotel Riviera. That he could put an end to persecution of sickly people, because they represented the sensitive flow of the Cuban people, and also to allow the free trade of marijuana, because doctors already proved that marijuana was less harmful than alcohol, and stopping persecution of homosexuals because as his friend, poet Voznisenski told him, communism was a thing from heart and he believed that homosexuality was also; because when two homosexual men were sleeping together they contribute to the pace and solidarity, so it wasn’t incompatible with communism. Martínez continued: What would you do if you win the Nobel Prize? I would buy a bundle of marijuana, Allen answered, “and the left over I would donate to the independent film of New York.” The reporter resisted from asking more questions and continued taking notes in his notebook as long as we were talking. A moment before he left, Ginsberg asked him: “Will you promise that your newspaper will publish everything I have told you?” “Of course, in Cuba there is total freedom!” he answered. “What is the name of the newspaper’s editor?” Allen continued. “Blas Roca” answered Martínez. “Well, if the article is not published, I am going to go to talk with Blas Roca and convince him that has to publish it,” Ginsberg continued. The reporter left and we were laughing. Allen went down with us outside the hotel.
In the morning, I read in the newspaper “The World” an article by Angel Augier celebrating the arrival of the beatnik rebel to the Havana. Ginsberg became the event. We spent the evening among jokes and bottles of beer. Ginsberg took several pictures of the posters recitals and of us at the coffee shop UNEAC. I brought him Santeria necklaces and delighted he put it around his neck a Changó, Ochún, Yemayá, and Elegguá. He asked me for the meaning of the colors. He showed us the “Corno” where there was a poem written by him and he copied it and dedicated it to a young boy at the table. He asked me if only women used those necklaces. I explained to him that each one symbolized an African god, and were used by either men or women. I promised him a book that we published: “Poesía Yoruba.” Manolo and I asked for some kind of document at the Union that proved that Manolo was working on some translations of Ginsberg’s poems, in order for the hotel to let him to go there without problems. We said goodbye to each other. Ginsberg and Manolo left to the Riviera.
The next day, in the evening, I knew that Manolo had been detained outside of the hotel: the police brought him to the police station and they took his fingerprints as a juvenile delinquent (because he was under age, he was realized under the custody of his mother with a paper that said: “To walk with foreigners”). As soon as Ginsberg knew about it, he went to talk with the poet Nicolás Guillén. I saw Guillén. I saw Ginsberg later on and he was confused. Guillén had told him that there was a mistake even when Manolo showed to the police the authorization paper for the translations. We decided to take precautions. We would see each other in places as UNEAC or in my house. We always took one or more taxis. Ginsberg wished to continue meeting and talking with us. Sartre had him to write article about his stay in Cuba, and he could have complete freedom to say the truth about what was happening or what could happen. Also, he was afraid to write something that would compromise us. He wants to know more. According to him, a document about Cuba that wasn’t specifically humanitarian would be politically distorted. He told us to make an anthology about after the revolution to take it to Ferlingetti, to his publisher company. He wanted for us to start working on this as seriously and soon as possible and, because after the “Casa de las Américas” jury was already established, he could have enough work reading the manuscripts. That night it was giving a concert of the feeling singers at the “Amadeo Roldán” in honor of Casa de las America’s jury. Ginsberg was reading time and time again the accusations “to walk with foreigners,” as he could not believe it. He took many pictures of the document.
Manolo and I went to the “Amadeo Roldán.” We got our tickets. Ginsberg was talking with some intellectual from the “Casa de las Américas” jury. He approached us and invited us to sit with them. After the concert was over, we took leave. Allen took an ICAP car. Manolo and I we went by Carmelo to Línea. From a car appeared a guy wearing black clothes: “you are detained,” he told us. He had his hands inside of his pocket as if he was hiding a gun. They put to us in a car with four more policemen and they lead us to a police station. The man took us inside the police station, gave us his name and led us to the left to another cell; he presented us before another man who was also dressed as a civilian. “Here they are,” he told him. “This is them, eh?” he responded, and he did a gesture like saying: “That they wait outside” and he resumed reading papers. Near us there was a scandal and a discussion. We knew three of the boys that were sent to sit near us: they told us that they were giving a poetry recital at the Havana Libre, and because was a fight between two boys that were there, they had to come to declare, but they were going to leave the police station soon. I explained to them our case in a fraction of seconds, I gave them the hotel’s phone number where Ginsberg was staying, also the UNEAC, and the several friends in order they know immediately we were detained without any reason. The boys were released. After half hour, the UNEAC administrator showed up. Ginsberg already knew and was trying to get in touch with Hayde Santamaría or his secretary, and at the same time he was talking with several intellectuals at the hotel. The UNEAC administrator came to us after he identified himself. I told him how we were detained. He disputed with the police. He came back and told us that we were going to be released immediately. He left. “It was a mistake,” they told us. Nevertheless, they wrote a note about our detentions. “For the sake of routine,” they said. Allen was still talking at the hotel with other intellectuals, in order to write a document protesting if we were not going to be released.
We meet the next morning, trying to explain to ourselves if there was going to be a beginning. There was distrust that everything that happened was something premeditated and not a mistake. The gossip around the stay of Ginsberg with us started getting stronger. Then he asked me to stop seeing him. I thought that Ginsberg’s personality was beyond any hypocrisy. In the evening we were listening to music of Bob Dylan and others that nobody knew about in Cuba. Allen was explaining to me his poetic system based in the notes that he gathered in a notebook: everything was there; he took notes about everything that impressed him, and his own impressions, facts and feelings: after that he transferred everything to a poem as poetic material which he transformed through the technique that such material needed. From notes like these were born long poems as Kaddish and Howl. In such a way, he took notes of everything that was happening to him since his arrival to Cuba. He read some poems of Carlos William Carlos (who had been his mentor), explaining it to me in details as some poems of Ezra Pound, and when I tried to mention The Love Song of Alfred Prufrock, he said that Elliot’s poetry had been aged. “The poets, supposedly revolutionaries, make the mistake to talk about reality as they see it, rejecting any other possibility: the reason is because it is they who deny that very same reality.” He talked about the books shown at “Casa de las Américas,” and he mentioned the original of my book, and according him a made a contrary mistake. “Pretty subjective,” he told me. “The question is to mix both things.” Nevertheless, he insisted that he considered his poetry as a naturalistic poetry. He had a new concept of naturalism. By night, we meet with Lisandro Otero, Marcia Leiseca, Edmundo Desnoes, and María Rosa, by express wishes of them, because they wanted to know what was happening with us.
I met by chance the boy from the Art School who visited Ginsberg. He told me in details how the detention was conducted and the interrogations under which they were subject. They were secret police from the ICAP (The Cuban Institute of Friendship Nations). They threatened him in order to avoid another meeting with Ginsberg. They let him leave because he still had the membership credential from “The Youth Communist.” (What really happened however is he had been expelled from that organization because he didn’t agree with the expulsions from the Art School). He went to see Ginsberg for curiosity and admiration. The secret police were trying to keep the Casa de las America’s jury away from the young people who weren’t reliable; in order to avoid any knowledge about was what happening at that moment: persecutions, expulsions, absurd detentions, and insults. With the old intellectuals whom were part of the system there weren’t problems, and there were fewer problems with the young intellectuals. They can say whatever they want to say. They can even give parties at their houses to show the rest of the intellectuals the existence of freedom in Cuba. There was a case of a well-known army General, who gave marijuana to Ginsberg.
Also, other young people could talk with Ginsberg. One day when we were at the coffee shop, they were waiting outside of the Unión, and they went with him to another place. Apparently for Ginsberg, that kind of confrontation disappointed him more and more about was happening in Cuba. At one evening we took him for a walk around the Havana. He took us to the Fraternity Park. He took a seat at the Sear corner and he asked to us to leaves him alone. “It was ten years ago when I sat in the same place and I wrote a poem; today I couldn’t write anything,” he told us. Later on we went to the Cañas Bar, showing him where Fidel was used get into the bar.
Ginsberg went to the bookstore and asked for our books. He was very sad for the anti-American propaganda: “It is even in the children’s books.” He repeated. He was wearing two small cymbals that he brought from a trip to India (along with Salvador Dalí), he was singing in any place, playing his cymbals, a Hindu song that he wrote in his small block (the same song that I heard from him in the Song and Daughter documentary). “It is an exercise for my stomach.” And he was singing on the buses, on the street and at the receptions. There was a welcome reception to the Casa de las Americas‘s jury at the “Unión de escritores” and we were invited. The Hayde Santamaría’s secretary took us to talk with her, Allen, Manolo, and me. Mrs. Santamaría told us that after she had talked with Abrantes general, he told her that our detention possibly had been a mistake. There were many pictures being taking and the next day one of the pictures appeared in the newspaper “The World.” I started to notice that the police were watching my apartment. Ginsberg had been told us what he was thinking: after he finished the poetry recital, he would stay in Cuba, and try to rent a car to travel around the island in order to write a book. He visited my apartment many times. The “Casa de las Américas” took him with the rest of the jury to Santiago de Cuba. We started preparing a meal at the house of one of our friends when he came back. We set a day for our meal. In the morning, I walked by the “Unión de escritores” and I knew that he had been expelled from the club. The police took Ginsberg out from the hotel and sent him on an airplane to Prague. The scandal of the day consisted in many comments about the Ginsberg’s attitude in Santiago de Cuba, and some declarations regarding “Che” Guevara and Raúl Castro.
Days later we got a letter from a Prague hotel. The letter was from Allen Ginsberg, where he attested that we never molested him and he quoted as witnesses of his statement the intellectuals that were at the “Casa de las Américas” event and Hayde Santamaría; he also clarified that he invited us to the event at the “Amadeo Roldán” as many other times before. The letter gave every detail possible; Ginsberg was trying to anticipate with that letter to any event could turn against us. Ginsberg’s precautions were justified: days later we got a citation trough which one of us were going to be submitted to a trial.
My apartment was under surveillance day and night. I expected the worst. It was beginning to feel like the book Con temor (With Fear) by Manuel Ballegas, a contra revolutionary book. I went to the printing house and I found out that the book was no longer there. A person from UNEAC called to tell me that Onelio Jorge Cardoso and Fayad Jamis were trying to stop the editions. One of them took Manolo’s book and gave it to a general who then gave to Fidel Castro as to prove that the Ediciones “El Puente” was corrupting young people. I thought that there wasn’t any reason for concern about that situation and that it wasn’t going any further. I took it as a gossip or intrigue.
I called the Santamaría‘s secretary and I told her about the trial. She answered that it was just a routine process and not to fear that everything was fine. We have a poetry recital (the second one). They began to put obstacles. I got phones calls and threats to keep silent to scare people into not attending the poetry recital.  There was an atmosphere of tension and uncertainty; meanwhile other books were taken from the printing house. The days went by and the titles announced didn’t appear.
I took every kind of precaution, in case something would happen during the trial. I met a lawyer and he told me that there wasn’t any offense. (They accused us of “looking like homosexuals” and of “being in the company of foreigners”). The police were trying to get some proof in my apartment: “Proof of what?” Ginsberg’s letter was translated. Personally, I talked with several people that could help. The only solution was to wait.
I went to see Fernández Retamar, whom I met at UNEAC after he came back from Prague. He told me (with ambiguity and the usual fear) that he had seen Ginsberg and his success at the University of San Carlos, where he was carried on piggyback. Retamar told me that when he returned to Cuba, he coincidentally was in the same airplane with the “Che” who came back from Africa and when Che learned about how Ginsberg was expelled from Cuba, he showed discontent. Retamar was comprehensive about Ginsberg’s attitude, his personality, and the impression the situation could have on us. I had the sensation that maybe I had exaggerated my fears. The day of the trial the accusers didn’t show up. The judge, with a smile, declared us absolved.







One night I was talking with friends on 23 and O. A guy from the university approached me. “Did you know?” He asked me. “Do I know what?” I asked him. “Fidel Castro just talked about you at the university.” “Just talked about me?” I asked him. It seems to be that Fidel was at the future School of Philosophy, and a group of students under the supervision of Jesús Díaz began to talk about culture. Fidel mentioned Carpentier, the Casa de la Americas and the ICAIC, after the Union de escritores, talking badly about Guillén. Someone in the audience screamed: “Fidel, and the Puente?” “The Puente is under my control.” He said shaking a manuscript that he held in his hand, and continued talking. (The manuscript of the book belonged to Manolo, according to Rodríguez Rivera, who said that he have been present at that moment.) After this, Nicolás Guillén arranged to meet with me, telling me that because of what happened at UNEAC he didn’t want to be responsible for the editions. Because of that, we didn’t have the right to print and distribute our books. When I went in the evening to get the Segunda Novísima de Poesía Cubana, it was already finished; they refused to give me a copy.
In those days because of the accusations of being homosexuals, we were denied the right to run theater groups for the most important directors of Cuba. Even Vicente Revueltas (director of Studio Theater, who always praised social theater). The persecutions of writers and artists together with moral problems, was getting so bad that they seemed to be a hallucination, and actors, young poets, and songwriters were detained continuously. The meeting place, Carmelo de Calzada, became in a dangerous place for social gatherings.
Because the police were following me and surveying my apartment I left and went to live at my parents’ house. I made the decision to make only the necessary contacts to borrow money for my ticket and leave the country.
In “La Gaceta” Jesús Díaz took advantage of the circumstances surrounding us, he attacked the editions telling that even the first generation born from inside the revolution was getting more “dissolute and negative” (these expressions are very dangerous in Cuba). The next night, I had an appointment with a young friend to review some of his stories. When I got to the corner of O and 19th street, two gunmen detained me. They took me with three more men to a police station.
I was interrogated three times that night. The first one consisted of questions about several intellectuals and their positions. I was also asked about the kind of friendship that I had with some of them, and which of them I was willing to accuse. The second interrogation (seeing that they couldn’t get anything from me the first time) was full of insults against me, the intellectuals, and the “Union de Escritores.” They called all the artists as rotten. The third interrogation was held in a small room in front an official who was behind of a small desk. Apparently the official just arrived. He talked about Ginsberg (he turned on a light bulb; I guess that the interrogation was being recorded). He wanted me to tell him that I was a homosexual. Everything was asked with good manners. Meanwhile, he asked indirect questions about well-known people. He told me that he was going to help me and nothing was going to happen. He told me to tell him everything I knew; even if I don’t sleep with men, it doesn’t matter, because I could be a homosexual without knowing it. If I confessed it to them, they were going to do everything that they could. They told me that I was a very smart guy and that I published books and they didn’t want me to be a bad example for the young people. They simply wanted yes for answers. The interrogation continued in a very friendly manner, but because I denied everything he let me go. They called the parents of the young boy who was detained along with me. The mother arrived. His father who was a doctor was carrying out a surgery. The authorities tried to convince the parents to accuse me of the corruption of children. When the mother took a seat along with me waiting to be called, she told me about it; also that I don’t have to worry because they were a family incapable of accusations of that kind. Around midday when the father arrived, an official sent me free.
After less than a week they called me to do military service: later on I received four consecutive citations. For the last one, six men interrogated me. They made me walk from one side of the room to the other, and then insulted me. They told me that they didn’t care that I was a writer and I went to the university; that they can clean up their b… with that; that all the writers were faggots and they were going to put an end to the UNEAC and every place like that; that I let myself to be corrupted and they were going to make me a man, without poems and anything like that crap; that poetry was something for lazy and effeminate people and that the Revolution could not permit it. The only question that I asked them was what kind of education level they had. They became incredibly angry and sent me to the police station in my neighborhood. I was tired and depressed. They were waiting for me. They gave me a formulary to sign. The formulary, besides the usual information, had something else: that I had a passport. The policeman gave it to me to sign; meanwhile he held it to avoid that I could turn the page. I signed it. When he took it out I realized that something was written in other side by hand and with really bad handwriting: “You belong to the army.” It was the words of the policeman.
On June 16th, and without any proof against me that could send me to a trial, I was called under the excuse of the military service and sent to a Hard Labor Camp in Camagüey. Thousand of people found the same fate during that time, which is the reason I am not considering myself as the only one who was victim of physical and moral torture and many other kind of vexations. Nor am I the only witness.
At the Camp I met different people: from university students, unhappiness and delinquents, to priests. Without communication for three months, they tried to accuse me of being a CIA agent. They made copies of my letters for the Department of Internal Affair; meanwhile I was accused of plans to assassinate my nephews of one, three and five years old. In fact I didn’t have anything to confess or regret. There were so many complaints and comments in the Camp about what happened that Fidel Castro talked about it in one of his speeches. The wire netting was taken down, the machine guns and number of soldiers was decreased, and it was prohibited to beat and punish us. Days later when everything had changed, we could see our families as nothing would happen.
A month later we could go to the Havana with a pass. On October 3rd, they let me go. On the fourth night, officials came to my house with the pretext to talk to me. Because I wasn’t at home that day they came back the next day in the morning. That morning three men came into my house dressed as civilian and entered my room armed. They put me in car of the Department of Internal Affairs. I had flu with a fever of 39 degrees Celsius. Nevertheless, I went to the cell without any explanation. When my mother went crying to the police station in order to know what happened with me, she was menaced by police at the door and they obligated her to keep away 50 metros. In the night I went to the military prison of the Cabaña, where according the police I would be military judged. The third day and under really bad conditions and almost thinking that was going to be blind because of the darkness of the place, I got a piece of paper that someone else had used to clean up, and with an insignificant pen I wrote a letter to the general of the Cabaña. A compassionate guard delivered the letter. A half hour later, I went to the director’s office. The young director had the letter in his hand when I was brought in. When he saw me head shaved, poorly dressed and with fever he turned his back and then took a seat. After listening to me carefully he sent me to the biggest and cleanest cell where I could sleep, to go out to the patio everyday so to clean it up, and also to take the trash out (it gave me the opportunity to see the sun, something that I asked of him). During those days my job was to take the trash out. They never talked to me. I couldn’t ask anything or to talk with the militaries if they didn’t speak in the first place. One morning, suddenly they took me out. They permitted me to stay in the Havana for 10 days, after those days I should come back to another Camp. The plotting was beyond the limit. When I turned 27 I would leave the country. Some friends outside the country could get me money through family. With the transfer of money through a bank they granted my freedom. In February of 1968, I was able to leave Cuba.
© Translation into English by Bernardo Rocco

BEAT


ROCCO

En 1969, a raíz de los sucesos de “People’s Park”, el poeta beat Allen Ginsberg ofreció un recital en Berkeley, donde recitó varios poemas de William Blake. Segun Ginsberg, su poesía nace de Blake, el primer poeta de la genealogia Beat, el primer poeta moderno que se dio cuenta de los efectos negativos del racionalismo opresor y el cientificismo indiscriminados.
La generación Beat percibió la realidad de la incomodidad, el malestar, la enfermedad profunda e inexplicable, de la inseguridad y del miedo, que se remonta a los años posteriores a la segunda guerra mundial y, sobre todo a los años cincuenta.
El clima histórico en que se formó estuvo dominado por la violencia, una violencia que iba de las ideas a los hombres que las profesaban. Este es el panorama, principalmente americano: tensiones sociales, raciales, psicológicas, generacionales, y destrucción nuclear.
Así, surge el existencialista americano, el hipster, (negro blanco, que intenta asimilar del negro, la peligrosidad de una existencia vivida siempre en presente y ajena a las instituciones propias de la sociedad blanca) el hombre que sabe que si nuestra condición colectiva es la de vivir bajo la amenaza de una muerte instantánea, por guerra atómica, o lenta, bajo el conformismo en la que fallece cualquier instinto de creación o de rebeldía, entonces, la única respuesta vital es aceptar los términos de la muerte, y convivir con ella como peligro inmediato. De ahí la violencia, sensualidad, apoliticismo y rechazo de todas las categorías y juicios morales. Junto al Hipster, el Beatnik, el joven intelectual, decidido a hacer oír su propia voz más en sentido existencial o poético que político, más abierto y extrovertido, que busca la verdad en la marihuana (allí donde para el Hipster existía la heroína), en el misticismo y en la filosofía oriental, en el sexo, en el bebop. El Beatnik, con frecuencia judío, procede de la clase media, es amable, ajeno a la raza, es a menudo, un pacifista radical que defiende la libre expresión e igualdad, que lo mueve contra la hipocresía y mediocridad de su propia clase. 
El Beatnik, poeta rechazado e incomprendido, constantemente al borde de la locura, fue quien sobrevivió y se transformó, acaso porque estaba más articulado que el Hispter, era más positivo y sensible en su dramática voluntad de negar la realidad circundante. En este sentido, el Beatnik supo dar voz a su propia angustia y escribir el propio aullido, mientras el Hispter se extinguió en la tensión violenta, en la heroína, en la frialdad y circunspección del propio mundo-yo.
El poema Aullido dedicado a Carl Solomon, manifiesta el amargo y desesperado sufrimiento aliviado únicamente por la profundidad del afecto que unía a los primeros círculos beat, el instintivo abandono de cánones y normas burguesas, y la afirmación de un conjunto de transgresiones a estas reglas, el drama del rechazo, de la exclusión y de la constante y agotadora búsqueda de una humanidad que aparecía perdida y destruida para siempre, una especie de trágico visionarismo que descubría la pendiente sobre la que rodaba la sociedad y al mismo tiempo imaginaba un nuevo orden social emanado de la nueva sensibilidad. Éstos son los temas de una poesía y de una prosa que, incluso técnicamente, querían romper con el pasado o continuar algunos aspectos de la tradición que les era más afín.
Ginsberg tendrá como inspiradores principales a Whitman, Melville y Blake, filtrados a través de la matriz judía y la experiencia política de la izquierda americana de los años treinta y precedentes, con un resultado final que participa tanto de la poesía de protesta y de compromiso social como del misticismo oriental: una protesta que, más que a Marx, se refiere al realismo extático de Blake; una protesta cuyo tema no se reduce a una simple preocupación por la justicia social, en la que las palabras y las imágenes son las del tiempo y la eternidad, la locura y la visión, el cielo y el espíritu; una protesta que no llama tanto la revolución, como el apocalipsis. Poesía oral plasmada en el papel sin intervención del intelecto, flujo o impulso de palabras espontáneo e incontrolado, nacido por acumulación y no por revisión, en la búsqueda de un arte no mediado por el intelecto, en la gran tradición tribal, chamánica y profética.
Este poema, que manifiesta la producción literaria de aquellos años es, en consecuencia, un grito de angustia desgarrada y de júbilo turbulento. La palabra del poeta que lucha con el infierno, tanto personal como de una sociedad ciega y cómplice de crímenes. Más allá de su palabra lucha la voluntad de amar y de difundir este sentimiento. No existe testimonio más horrorizado y maravillado de aquella época, sensibilidad y manera de vivir que Aullido.
Así, la primera expresión tuvo el carácter de denuncia existencial, una denuncia dolorosa, angustiada y gritada. Muertes y locuras constituyen la historia de la beat generation: las denuncias y la voluntad de búsqueda se pagaron muchas veces con la propia vida, con el desequilibrio mental, ya fuese real o considerado así por la sociedad.
Pero este poema no se redujo a un sobresalto aislado. Expresó un descontento, un vacío, un disgusto profundo, soterrado, vivido hasta entonces individualmente, en el propio yo, casi celosamente. Y en los años finales del cincuenta y que abrían los sesenta, la generación Beat se reconoció más allá del territorio de los poetas; la poesía alcanzó a los no poetas, dejando finalmente de ser una experiencia individual y personal, para convertirse en un lenguaje colectivo con el que expresar una experiencia colectiva.

29 de septiembre de 2011

HOSPITALES




brough to you by rocco
Nada merece atención

Nada merece atención 
dice el señor reloj 
mientras bebe una copa
y las golondrinas pían tiempo y obsesión
acaparadas en las rejas de los hoteles 
y prostíbulos con olor
y granos de café molido 
por la tarde 
Una mujer grita
mientras regurgita un pez sapo 
que le servirá de cena  
Las hojas caen sobre mi cuerpo
Que bonita sensación
pero nada merece atención 
señor reloj
El piano aúlla
mientras me rasco la sien en un impulso por decir 
basta de molestias
señor reloj
La menta me despierta y me hace pensar el domino 
Que bonita calculación
señor reloj
Pero nada merece atención
Y un idiota entra a mi habitación
creyendo que la luna ofrecerá su resplandor
Las bombillas explotan sobre mi sien
y me llevo a alejados recorridos de adoración
Que iluso es usted
señor reloj.

Poema 36
En los 36 un filipino me inyecta un dedo en el culo 
mientras una mosca conversa al oído para decirme: 
que las tardes son hermosas cuando el sol se entristece
Una enfermera pasa y me da un beso en la mejilla 
declamando: 
que las patas de los cerdos huelen a rosas 
Me encojo 
pero algo me ensordece y grita: vete a la mierda
Y mi culo palpita de resfrío
No creo más en esto y me cago en tu madre, me replica el camarero 
con una cara de idiota que deja una suave y babosas araña 
Una ballena de la mano de un cerdo me espera en la camilla quirúrgica 
Un doctor abofeteado me hace cosquillas en los dedos
y me tira un pétalo
de una rosa robada
No siento la aguja ni mis lentes intoxicados
Nada me suena en la cabeza y bamboleo como un títere 
en medio del fierro y el charco en vomito
Una curvilínea ballena en el despacho del doctor
y una ambulancia preparan la sesión musical 
Que bonita es la eternidad
Pero tropiezo y me rompo los codos 
por escavar entre mis uñas 
ennegrecidas por el polvo de la aspirina 
Que idiotez 
es esta de rezar en los altares médicos
Que idiotez.
Las hojas caen

Camino por innumerable y recónditos edificios salubres
las hojas caen sobre la palma de mis manitas heridas 
camino por recónditos museos
y me hago el sordo 
y me duele un oído
y me zumba el otro
la luna respira a mi oído 
mientras me masturbo frente a un auto en llamas
un tipo salta sobre la calzada
y me dice: vete
la polilla me molesta en la noche
y le digo: vete
y me digo que bonitas son las tardes 
sin Teresa
una mujer me tira su ropa de noche
y digo: gracias
Sin embargo, ya me tome las pastillas de las tres de la tarde
que bonito augurio 
se sucede al tono de la música de mi laptop
una vez que la nieve ha cesado de caer 
y el último borracho me ladra soeces 
desde su amurallada habitación 
en Centre Avenue.



El ahogo

Me deshago en una tarde a pedazos
mis cavilaciones me llevan de la mano
a mi propia imagen destruyéndose
poco a poco mi mente brilla de un golpe
mis sentidos se retuercen y amilanan como un trueno,
como una serpiente en una foto caída, mutilada por la densidad
el bosque, mi bosque de intermitencias me apuñala,
me molestan a pesar de mi sueño, mi somnolencia,
caigo de a poco y seguro de una vuelta,
de una pequeña fracción
que como pared me lapida en el cuello,
en mis oídos que no desean descansar
es el canto de la locura que se deshace en sordera y ritmo
me desconocen, en los pasillos y bares
que ya no frecuento desde mi última partida
¿A quién canto ahora?
la obscuridad me hace tropezar y vomitar por momentos
Es la escritura mi...
bien, los pasos, las esquinas me son similares y repetidas
¿Qué me queda?
Ahondo, y mi llevo al lado, al espacio escrito del dictado,
de las palabras gemidas que me chocan por dentro,
y finito, y trazando por lares y sucumbo, me caigo o me tropiezo de nuevo
la caída, y mi sombra que ya se manda sola, no responde, no murmulla ni aletea
ahí está, imperceptible, ojeándome, escupiendo, descarada
 ¡Qué insolente!, y se ríe de mi como si nada
no queda más que la retirada y el hasta pronto y no me acuerdo
pero me gasto, ya no me oigo ni me apaleo en la noche para discutirme.




Círculo de escombros
Arrimado a la superficie, 
vaciado luego de una noche ebria
¿Cómo me perdí en este campo de armas y objetos explosivos 
que vagan por la nimiedad desértica? 
Un cráter deviene a mí 
burbujeantemente 
explosiva y humeante 
Mientras tanto, las voces de ropas destrozadas y humeadas 
por la noche armada 
me distraen, 
me entrampan
Miles de globos sinfónicos 
en llamas
caen en pedazos sobre mis hombros 
encorvados por el peso del fogonazo
La explosión me deslumbra y me mira de reojo 
riéndose, 
en pedacitos cenizos 
mientras quejas yacen en la inmensidad 
del círculo de escombros
Es todo lo que atestiguo y 
sonoramente algo se aproxima a lo lejos 
con un sonido de explosivos
Afloran por aquí y por allá 
brotes de primaveras que desfilan sin mayor dignidad
Medito 
¿Cómo me perdí en este agujero? 
Mientras me deslumbro en carcajadas de fuegos.


Revuelta
Santiago se quema 
en un polvorín de fuegos radiactivos
mientras la multitud aplaude 
la resonancia de la marcha
Santiago se quema 
mientras autos descontrolados 
danzan 
en medio de la lluvia pirotécnica
Santiago en llamas 
y en las calles comienza 
a correr la sangre
mientras algunos payasos 
intentan reprimir el desborde
Santiago se quema irremediablemente 
entre pasillos y correrías
fatídicas
Y un cerdo grita viva la vida
sin mucha eleocuencia
Santiago se quema
y arde descontrolado en el caos 
de la irremediable
pérdida
Y un zancudo baila al ritmo de las molotov 
juguetonas
Santiago amanece enegrecida 
por el viento rojo de estallidos pirocténicos
y las bombas de polvo y viento
A lo lejos 
se escucha algo de jazz 
mientras un anciano recoje un cigarrillo 
que quema
Santiago se quema
y el flujo pirotécnico alumbra el día en una
tormenta de fuego.