THE MATCH IS ON


Este blog está inspirado en los territorios cinemáticos-comunitarios del boxing “Rocco e i suoi fratelli” (Luchino Visconti, 1960), y pretende dar rienda suelta al espectrum literario-crítico local y global, así como a todas las bestialidades estéticas-artísticas del sujeto moderno, deacuerdo a ciertas prácticas y prescripciones de pelea discursiva como la ironía, el sarcasmo, la parodia y la sátira.


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30 de septiembre de 2011

El horror en la literatura


Lovecraft, H. P. El horror en la literatura. Alianza: Madrid, 2002
1. Introducción
Lovecraft define el miedo como una emoción antigua e intensa a lo desconocido. Este aspecto y su exactitud garantiza en todas las épocas la autenticidad y dignidad del relato de horror preternatural como género literario. El atractivo de lo macabro exige del lector cierto grado de imaginación, y capacidad para desasirse de la vida cotidiana. Por tanto, ninguna racionalización o psicoanálisis freudiano puede anular por completo el estremecimiento provocado por el relato de horror.
El cuento verdaderamente preternatural tiene algo más que los usuales asesinatos secretos y huesos ensangrentados. Debe contener cierta atmósfera de intenso e inexplicable pavor a fuerzas exteriores y desconocidas, y el asomo, expresado con una seriedad y una sensación de presagio que se van convirtiendo en el motivo principal, de una idea terrible para el cerebro humano: la de una suspensión o transgresión maligna y particular de esas leyes fijas de la naturaleza que son nuestra única salvaguardia frente a los ataques del caos y de los demonios de los espacios insondables.
El aspecto más importante es la atmósfera, ya que el criterio último de autenticidad no reside en que encaje una trama, sino en que se haya creado una determinada sensación. Un relato preternatural cuyo objeto sea enseñar a producir un efecto social, o cuyos horrores se expliquen al final por medios naturales, no es un verdadero relato de miedo cósmico. La única prueba de lo verdaderamente preternatural es saber si despierta o no en el lector un profundo sentimiento de pavor, y de haber entrado en contacto con esferas y poderes desconocidos.
2. Los albores del cuento de horror
El terror cósmico aparece como un ingrediente del folklore antiguo, que se cristaliza en baladas, crónicas y textos sagrados, alcanzando su máximo desarrollo en Egipto y en las naciones semíticas. Sin embargo, fue durante la Edad Media, impregnada de tenebrosidad fantástica, lo que impulsó la expresión literaria de terror. En Oriente, el relato preternatural tendía a adoptar una viveza y colorido esplendorosos. En Occidente, el teutón místico y el celta le imprimieron un terrible patetismo y una atmósfera seria y convincente que duplicaron la fuerza de sus horrores medio explicados, medio sugeridos. Tal fuerza se debe a la presencia de un culto procedente de los tiempos preagrícolas, y que tenía sus raíces en los más repugnantes ritos de fertilidad, y que fue transmitida a pesar de la dominación de los druidas, grecolatinos y cristianos.
El sistema de teología invertida del culto a Satanás, que dio origen a la misa negra, los astrólogos, cabalistas y alquimistas como Alberto Magno o Raimundo Lulio, y los tratados sobre brujería y demonología, así como las epidemias de peste negra, y las esculturas del gótico, intensificaron el espíritu de horror en Europa. De este suelo fértil se nutrieron tipos y personajes oscuramente míticos y legendarios que han subsistido en la literatura preternatural hasta hoy, como el fantasma, el amante diablo, el psicopompo, y el hombre lobo.
A lo largo del siglo XVII, y hasta bien entrado el XVIII, aparece un número mayor de leyendas y baladas de carácter tenebroso que, no obstante, se conservan bajo el aspecto de literatura aceptada y cortés. Sin embargo, acontece el despertar del sentimiento romántico: la era de un goce nuevo de la naturaleza, así como el esplendor de los tiempos pasados, de los escenarios extraños, de las acciones valerosas y de las maravillas increíbles, que fue el origen de la escuela gótica de la narración fantástica y de horror.
3. Primer período de la novela gótica
Fue el inglés Horace Walpole, quien se convirtió en el fundador del relato literario de horror como género permanente. Walpole publicó en 1764 “El castillo de Otranto”, relato de tema sobrenatural, carente por completo de convicción y mediocre en sí mismo, por ser una historia tediosa, artificial y melodramática. Sin embargo, destaca la creación de un tipo de escenario, de personajes marionetas y de incidentes nuevos, los cuales estimularon el desarrollo de una escuela de imitadores de lo gótico que inspiró a su vez a los auténticos maestros del terror cósmico.
Ann Radcliffe (1764-1823) fue otro exponente del género, quien escribió seis novelas que hicieron del terror y el suspenso una moda, a pesar de utilizar explicaciones mecanicistas, y su propensión al error histórico y geográfico. “The mysteries of Udolpho” (1794) es su obra más famosa y puede considerarse prototipo de la novela gótica del primer período.
4. El apogeo de la novela gótica
Matthew Gregory Lewis (1773-1818), cuya novela “El monje” alcanzó una prodigiosa popularidad, imprimió al género de terror formas más violentas y macabras, sin estropear sus visiones espectrales con explicaciones naturalistas.
Las novelas góticas empezaron a aparecer en este período, tanto en Inglaterra como en Alemania, en profusión multitudinaria y mediocre. Sin embargo, Charles Robert Maturin (1782-1824) concibió finalmente la obra maestra del horror, “Melmoth el Errabundo” (1820), que es la historia de un caballero irlandés que, en el siglo XVII, consigue prolongar la vida de forma preternatural por mediación del Diablo. El estilo de Maturin merece un elogio especial, pues su forma directa y su vitalidad se elevan por encima de las pomposas artificiosidades de Radcliffe y Lewis.
5. El ocaso de la novela gótica
Marcadamente distinta de las obras anteriores por su fundamento en el relato oriental más que en la novela gótica de Walpole, se encuentra la “Historia del califa Vathek” de William Beckford. Sin embargo, la obra más importante de este período es “Frankenstein, o el moderno prometeo” (1817) de Mary Shelley. La novela, algo teñida de didáctica moral, trata de un ser humano artificial formado con fragmentos de cadáveres. En esta misma época, Walter Scott se interesa por lo preternatural, incorporándolo en muchas de sus novelas y poemas, publicando en 1830 sus “Cartas en demonología y brujería”. En esta época también floreció una ola de interés por el espiritismo, la teosofía hindú, por lo que el número de relatos espectrales con fondo psíquico o pseudocientífico fue muy elevado.
La tradición romántica, semigótica y cuasimoral representada, hasta bastante entrado el siglo XIX, corrió a cargo de autores como Joseph Sheridan LeFanu, Wilkie Collins, H. Rider Haggard, Conan Doyle, H. G. Wells, y Robert Louis Stevenson, quien a pesar de una tendencia hacia el manierismo desenfadado, creo tipos que se han hecho clásicos como “El doctor Jekyll y Mr. Hyde”. Puede decirse que esta escuela todavía sobrevive, pues a ella pertenecen aquellos relatos de horror contemporáneos, que centrados en el suceso más que en los detalles ambientales, apuntan más al intelecto que a una tensión maligna o a una verosimilitud psicológica.
Totalmente aparte como novela y obra literaria de terror se encuentra la famosa “Cumbres borrascosas” (1847) de Emily Brontë que no es un mero eco gótico, sino la tensa expresión ante lo desconocido. En este sentido, se convierte en símbolo de una transición literaria y marca el crecimiento de una escuela nueva y vigorosa.
6. La literatura preternatural en el continente
La literatura de horror se desarrollo bien en Europa, como los célebres relatos de E.T.A Hoffmann (1776-1822) caracterizados por la riqueza de fondo y madurez de forma, aunque tiendan hacia la ligereza y la extravagancia. También el clásico alemán “Ondine” (1814) de Friedrich Heinrich Karl, que es la historia de una ondina que se casa con un mortal con el fin de conseguir un alma. Entre otros clásicos alemanes se puede mencionar a “La bruja de ámbar” de W. Meinhold, y “El aprendiz de brujo” de H. H. Ewers. 
También Francia ha sido fecunda en el terreno de lo espectral. Víctor Hugo, en relatos como “Han de Islandia”, y Balzac, en “Piel de zapa” utilizan en mayor o en menor medida lo sobrenatural. Sin embargo, es en narraciones como “Avatar” de Teofilo Gautier donde se encuentra un sentido francés del mundo irreal. Por su parte, Gustavo Flaubert continúa la tradición de Gautier en “La tentación de San Antonio” de marcada tendencia realista. 
Más tarde surgen los poetas de la escuela simbolista y decadente, cuyos intereses se centran más en anormalidades del pensamiento humano y el instinto que en lo verdaderamente sobrenatural. Entre los más destacados se encuentra Baudelaire, enormemente influido por Poe. También, los cuentos de horror de Guy de Maupassant, presentan características propias, y son expresión de un cerebro realista en estado patológico. El más destacado es “El Horla”, considerado como su obra maestra. En el se narra el advenimiento a Francia de un ser invisible que se nutre a base de agua y leche, domina la mente de los demás, y parece ser la vanguardia de una horda de organismos extraterrestres llegados a la tierra para dominarla.
Una rama floreciente, aunque oculta hasta hace muy poco, es la literatura preternatural de los judíos, mantenida y alimentada por la antigua magia oriental, la literatura apocalíptica y la cábala. El mejor ejemplo literario es la novela alemana “El Golem”, de Gustav Meyrink. El nombre procede de un fabuloso gigante artificial, supuestamente fabricado y animado por rabinos medievales valiéndose de cierta fórmula misteriosa.
7. Edgar Allan Poe
Es considerado el maestro del relato de horror moderno en su estado actual y definitivo. Poe percibió la impersonalidad esencial del artista, y sabía que la función de la ficción creadora consiste en expresar e interpretar los sucesos y los sentimientos tal como son, sin tener en cuenta hacia dónde tienden o que demuestran. Su intención impersonal y artística estuvo favorecida por una actitud científica, que le permitieron trabajar con las verdaderas fuentes del terror evitando el estremecimiento convencional y estereotipado. 
También es importante su contribución al relato corto, como el mantener un solo estado de animo y producir una sola impresión en un relato, o la reducción drástica de los incidentes limitándose a los que tienen relación directa con la trama y figuran de manera destacada en el momento culminante. Entre los relatos considerados preternaturales se encuentran “Manuscrito hallado en una botella”, el “Relato de A. Gordon Pym”, y “El hombre de la multitud”. Sin embargo, es “La caída de la casa Usher”, el relato que representa la cumbre del arte de ficción preternatural.
8. La tradición preternatural en América
América, además de heredar el folklore tenebroso de Europa, poseía un fondo adicional de asociaciones preternaturales en que inspirarse. Este fondo procedía de los intereses espirituales y teológicos de los primeros colonizadores, así como de la naturaleza extraña y prohibida del escenario en que se adentraban. También ayudaron las ideas de la teocracia puritana respecto del Dios severo y vengativo de los calvinistas; y la morbosa introspección a que daba lugar la vida aislada en el interior de los bosques, que perduró después de los temibles días de Salem.
En Nathaniel Hawthorne, descendiente de la antigua Salem, encontramos un alma amable, definida por el puritanismo de la primitiva Nueva Inglaterra, oscura y melancólica, y afligida ante un universo amoral. El Mal, fuerza muy real para Hawthorne, aparece en todas partes como un adversario acechante y conquistador. La obra más importante por su elaboración artística es la novela “La casa de las siete buhardillas”.
Ambrose Bierce, nacido en 1842, intervino en la guerra civil para desaparecer en 1913 envuelto en una nube de misterio. Bierce fue un satírico y panfletista de fama, además de un maestro de la comedia sardónica y el humor fúnebre. Pero su fama descansa en sus terribles narraciones cortas, gran número de las cuales tratan de la guerra civil. Entre sus obras mas destacadas se encuentra “La muerte de Halpin Frayser”, considerada el relato mas diabólico de la literatura de lengua anglosajona.
9. La tradición espectral en las Islas Británicas
Entre los escritores que se destacan, están Oscar Wilde con su novela “El retrato de Dorian Gray”; Matthew Phipps Shiel y su obra maestra “The House of Sounds”; Bram Stoker y su obra “Drácula”, modelo moderno del mito del vampiro; Walter de la Mare y su novela “The Return”; y William Hope Hodgson y su “Casa en el confín de la tierra” (1908). Mención aparte merece la tradición irlandesa de horror, cuyo mayor representante es W. B. Yeats, quien recopiló, estudió y codificó viejas leyendas celtas.
10. Los maestros modernos
La técnica, la habilidad, la experiencia y los conocimientos psicológicos han avanzado tremendamente con los años, de forma que muchas de las antiguas obras parecen ingenuas y artificiosas, y sólo las redime en contados casos el genio que logra prevalecer sobre las graves limitaciones. Arthur Manchen destaca con su obra “El gran dios Pan” (1894). Menos intenso que Machen en trazar los extremos del puro terror, aunque infinitamente más próximo a la idea de la existencia de un mundo irreal que nos hostiga constantemente, es el prolífico Algernon Blackwood, maestro absoluto e incuestionable de la atmósfera espectral. El volumen titulado “Aventuras increíbles” incluye algunos de los relatos más bellos y libremente ambientados de su producción literaria. Por último, destaca Lord Dunsany, inventor de una nueva mitología y folklore sorprendentes, especialmente en su obra “The Laughter of the Gods”.

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