THE MATCH IS ON


Este blog está inspirado en los territorios cinemáticos-comunitarios del boxing “Rocco e i suoi fratelli” (Luchino Visconti, 1960), y pretende dar rienda suelta al espectrum literario-crítico local y global, así como a todas las bestialidades estéticas-artísticas del sujeto moderno, deacuerdo a ciertas prácticas y prescripciones de pelea discursiva como la ironía, el sarcasmo, la parodia y la sátira.


Bievenido Welcome Benvenuti

27 de octubre de 2011

The Underground Man Project 2012





Modernity at Rest

ROCCO

Luego de una década de existencia en los Estados Unidos, The Underground Man se presenta como un proyecto de libro que devela la bestialidad diaria de una doble modernidad. Mediante escenas de hospital, oscuros puentes o la simple observación de la indignidad de los cuerpos el sujeto poético vislumbra los escombros que arroja la modernidad luego de la monotonía de un pasado aún cercano y un presente poco auspicioso. El sujeto consciente que la cotidianidad puede irrumpir momentos reflexivos de carácter espectacular y volverlos absurdamente ausente de un significado afectivo y funcional se pregunta si algún día la tormenta arruinará aquello que intenta percibir con su mente alcohólica.

23 de octubre de 2011

Postales mexicanas: posicionalidades en el campo de producción cultural latinoamericano



“Amongst peoples of a strange language did I dwell, with stopped ears: so that the language of their trafficking might remain strange unto me, and their bargaining for power.”
-“Thus Spake Zarathustra” by Friedrich Nietzsche
ROCCO

Las tribulaciones genealógicas del presente ensayo se centran en las estrategias de lenguaje que en el campo literario y la producción cultural latinoamericana han desplegado escritores mexicanos como Octavio Paz, Carlos Monsiváis y Guillermo Fadanelli. Estos escritores representan tres momentos evolutivos del ensayo latinoamericano, tres circuitos de un ejercicio agresivo que llevan a cabo sobre su propia persona en un espacio de operaciones que marcan una progresión de independencia con respecto a los sistemas de discurso latinoamericanos anteriores: Bello, Sarmiento, Martí, Ureña, Mariátegui, Rodo, entre otros. 
Tanto Monsiváis como Fadanelli representan corrientes y juegos de discurso alternativo sobre la realidad mexicana en oposición a la de Paz. Sin embargo, como se verá más adelante, Paz también tiene un lado B por decirlo en términos popcoloquial, que se expresa en Posdata, donde el ensayo “se piensa discontinuamente… y encuentra su unidad a través de las rupturas” (27) del hic et nunc del objeto a tantear: la masacre de Tlatelolco del 2 de octubre de 1968.
En cierta medida, cada uno de los escritores mencionados define la modernidad mediante una conciencia prematura de estado de cosas, contra los cuales los discursos siempre presentan apenas una compensación y primeros auxilios de un paciente ineficaz aventajado por los infames. El discurso-acontecimiento que lleva la firma de Nietzsche, tiene como especificidad el hecho de que en él se palpa la ruptura, característica de la cultura burguesa, entre la buena nueva y la autocelebración, revelándose con ello lo que un autor es y hace: la autoalabanza. 
Nietzsche había entendido que el prodigio dominante e irresistible en la cultura del porvenir sería la necesidad de desigualarse de la masa. Tenía presente de modo inmediato que la materia de que debería estar hecho el futuro, se encontraba en la exigencia de unicidad, de ser distinto y mejor que otros, e incluso que todos los otros. En este sentido, no hay ninguna voluntad, con lo cual, tampoco voluntad de poder, voluntad es sólo un modo de hablar, hay sólo diversidad de fuerzas, discursos, gestos, y su composición bajo la dirección de un yo, que se afirma a sí mismo.
El andamiaje textual del ensayo en Latinoamérica tiene en cuenta la “acentuación de lo parcial frente a lo total” (19), lo que implica que en su fragmentariedad el ensayo lleva a cabo un emplazamiento posicional del pensamiento que conduce a “eternizar lo perecedero” (Adorno, 21) mediante la capacidad de profundización con que penetra en la cosa en cuestion. Sin embargo, es en la forma de la exposición y de lo expuesto del ensayo en que se observan los juegos de diferencias críticas inmanentes entre los tres escritores. En otras palabras, en la coordinación de los dispositivos estratégicos discursivos y la tensión resultante entre la exposición y lo expuesto de la opacidad del objeto tratado.

El campo de las posiciones y de tomas de posición según Bourdieu involucra “intenciones subversivas de una fracción de productores”, el caso de Monsiváis y Fadanelli, “y las expectativas de una fracción del público,” cuya dinámica tiene como consecuencia “una transformación de las relaciones entre el campo intelectual y el campo del poder” (4). Este proceso crea una diferencia en el campo de producción cultural donde las opciones posibles se ven transformadas y desplazadas. Por lo tanto, las producciones culturales hasta entonces dominantes, el caso de Paz es buen ejemplo, pasan al status de producto clásico. En este punto, el campo de la producción cultural y el campo del poder entran al ruedo cuando se ilumina la posicionalidad de Paz en torno a su obra ensayística. Es así como Paz “englobado en el campo del poder” obtiene un grado de consagración especifica con respecto al monopolio de la legitimidad literaria (15-19). Sin embargo, ¿qué ocurre con la imagen del maestro que Paz ostenta en relación con Monsiváis y Fadanelli? Especialmente, si se piensa en la construcción de escenarios que estos últimos actores deben emprender con el fin posicionarse discursivamente on stage.
La figura mitológica latinoamericana del maestro, según González Echevarría, encarna al poseedor y transmisor de conocimiento en una cultura. Es decir, una figura más dentro de la constelación mitológica de figurines como el dictador o el guerrillero (quizás, la figura del exiliado también debería ser parte de este panteón mitológico, pero esto sería materia para otro paper), los cuales emergen en la cultura latinoamericana como parte de un proceso de desmantelación y auto constitución de una ideología (10). En este punto de inflexión, de separación de agua, es cuando se perciben las diferencias entre Paz, Monsiváis y Fadanelli.
En este sentido, y siguiendo con el argumento de González Echevarría, Paz sería parte de este “process of literary self-constitution” de una identidad latinoamericano, más que una “reflection of the social and political realities of the various Latin American countries” como es el caso de Monsiváis y Fadanelli (11). Sin embargo, si la visión de Paz constituye una suerte de cinemascope panóptico lectura de México y Latinoamérica, la visión que Monsiváis y Fadanelli sustentan sobre esta misma realidad se hace aún más substancial y profunda. Si Monsiváis propugna una suerte de visión de snapshots kitsch sobre la realidad mexicana, Fadanelli despliega una serie de dispositivos postales que como esquirlas rebanan esa misma realidad.
La mistificación literaria en el caso de Paz, puede ser atribuida en parte a las relaciones entre literatura y las instituciones de poder al interior de la sociedad latinoamericana. Recuérdese que Paz fue designado en 1962 embajador de México en India, puesto diplomático al cual renuncia en octubre de 1968 como protesta a la represión gubernamental en contra de la rebelión estudiantil que desemboca en la masacre de la plaza de las tres culturas de Tlatelolco. Este hecho interrumpe por algunos años tales relaciones con el poder, que luego Paz restablecerá con fuerza durante la asunción a la presidencia del candidato por PRI Carlos Salinas de Gortari en 1988 en medio de acusaciones de fraude electoral. Es en esta inflexión histórica social en México en la cual surge Posdata. Una adenda al libro El laberinto de la soledad que funciona como extensión pero también como crítica y autocrítica del ensayo mismo. En este punto el lado B o pop de Paz se expone para entrever el hic et nunc de la reflexión ensayística que hasta ahora había sido figurada por la visión cinemascope panóptico de México. En Posdata, en especial el capítulo “Olimpíada y Tlatelolco”, Paz expresa que lo que sucedió en Tlatelolco fue un movimiento reformista y democrático en contra del régimen de excepción establecido por el PRI. Sin embargo, tal manifestación estudiantil que desemboca luego en la matanza policial en contra de los estudiantes fue consecuencia de la incapacidad del gobierno de realizar un examen de conciencia sobre la realidad político social de México de fines del 60. A pesar de este periodo de excepción en el pensamiento ensayístico de Paz hay que recordar que la visión que emana de Paz es una visión totalizadora de la realidad mexicana y latinoamericana.
Fragmentos de un computador robado
Footnotes
1. Paz, starts at the top and creates a panoramic (literary) vision, which might work at the highest levels but necessarily fails at the level of real detail. If this were science, it could say that he provides a hypothesis of what Mexico/L.A. might be. Being part of the power structure lent credence and acceptability to his theories and positioned him in the symbol making aspect of cultural production. 
2. M and F, on the other hand, are aiming for something quite different; they do not assume to see a vision of the whole but rather seek to verify at the real/detail level by taking snapshots of life/society. Again, if this were science, they would be empiricists, the kind of brilliant technicians who disprove previous hypotheses by sampling and allow for another, more comprehensive hypothesis.
Obras citadas
Adorno, Theodor. “El ensayo como forma.” Notas sobre literatura. Barcelona: Ariel, 1962.
Bourdieu, Pierre. “El campo literario: prerrequisitos críticos y principios de método.” Criterios. La Habana, n° 25-28. Enero 1989 – diciembre 1990, pp. 20-42.
Fadanelli, Guillermo J. El día que la vea la voy a matar. México D.F: Grijalbo, 1992.
__________________. Compraré un rifle. Barcelona: Anagrama, 2004.
__________________. Malacara. Barcelona: Anagrama, 2007.
__________________. Educar a los topos. Barcelona: Anagrama, 2006.
Guattari, Félix y Suely Rolnik. Micropolítica. Cartografías del deseo. Madrid: Traficantes de sueños, 2006.
González Echevarría, Roberto. “The case of the Speaking Statue. Ariel and the Magisterial Rhetoric in the Latin American Essay.” The Voice of the Masters. Writing and Authority in Modern Latin American Literature. Austin: Texas UP, 1985.
Monsiváis, Carlos y Carlos Bonfil. A través del espejo: el cine mexicano y su público. México D.F: Ediciones el milagro, 1994.
__________________. Los rituales del caos. México D.F: Era, 1995.
__________________. Entrada libre: crónicas de la sociedad que se organiza. México D.F: Era, 1989.
Paz, Octavio. El laberinto de la soledad. New York: Penguin, 1997.
__________ Los hijos del limo: del romanticismo a la vanguardia. Barcelona: Seix Barral, 1987.





21 de octubre de 2011

Reflexiones sobre el canon literario 



ROCCO
El canon literario latinoamericano expone una serie de intentos por analizar el Modernismo: tradicional (Jiménez), marxista (Rama) y contemporánea (González). Aunque estos críticos sostienen visiones similares sobre lo que se entiende por Modernismo, se pueden vislumbrar ciertas diferencias que necesitan ser reevaluadas con el fin de arribar a un entendimiento más acabado y contemporáneo sobre este período en su contexto latinoamericano y europeo, así como en sus posibles relaciones con el Modernismo brasileño y anglosajón.
Jiménez inicia su introducción con sugerentes alusiones a la prosa modernista, el arte catalán y la tradición ocultista y esotérica, así como a una serie de estudios y aproximaciones críticas sobre el modernismo (Girardot, Ureña, Onís, Paz, Gullón y Aguinaga), en especial, el análisis sociopolítico de Rama y Retamar. En este sentido, Jiménez se centra en las figuras de Martí y Darío para construir un fundamento estético y generacional sobre el Modernismo. Es así como destaca a Martí como el iniciador del Modernismo hispanoamericano en su triple vertiente (poética, “Ismaelillo” y “Versos Libres”; ensayística, “Nuestra América”; y novelística, “Amistad funesta”), junto también a la primera generación modernista conformada por Gutiérrez Nájera, Casal, Silva, y Darío. En el caso particular de Darío,  lo menciona como el puente hacia la segunda generación de modernistas, lo que marca no sólo la plenitud del movimiento modernista sino también las primeras señales de crítica y disolución de tal estética. La cual culminará con la tercera generación “posmodernista”, que aunque más introspectiva, coloquial, prosaica e irónica, se mantendrá bajo el espíritu modernista y formal sin arriesgarse a los experimentos de ruptura de las vanguardias. A pesar de que Jiménez deja entrever la importancia de la evolución y tensión dialéctica entre analogía e ironía al interior del movimiento modernista, no logra profundizar las consecuencias de la ironía en la negación del propio Modernismo y su posterior vinculación con las vanguardias latinoamericanas y europeas.
Por su parte, Rama se centra en la profesionalización y especialización del poeta en relación a los problemas sociales de su época. En este sentido, nos recuerda que la concepción que tiene Darío sobre la cultura es la de un “hispanoamericano en una determinada y muy precisa circunstancia histórica, de la que difícilmente hubiera podido evadirse.” Darío, según Rama, no sólo libera a la poesía del naturalismo y el romanticismo, sino que invierte el “signo colonial” que regía la poesía hispanoamericana en relación a España, y establece una tradición poética propia, que luego abandonará definitivamente el españolismo para insertar la lírica moderna inglesa y estadounidense en la tradición literaria latinoamericana. 
Rama también alude a la literatura como un sistema, con sus propios temas, formas y medios expresivos vinculados a un público consumidor y a un conjunto de escritores que atienden a las necesidades de ese público, en el sentido que manejan los grandes problemas literarios y socioculturales de la época. En otras palabras, Rama se refiere a la entrada al comercio de capitales y bienes de consumo de los centros urbanos latinoamericanos en una economía liberal y cosmopolita. Un sistema que provoca no sólo la exacerbación y subjetivización del yo moderno, sino que también produce originalidad y novedad en la literatura de la época. Sin embargo, Rama ve que este subjetivismo profundiza la desemejanza de los hombres y la entrada del artista en el ámbito de la privatización de bienes de consumo mediante, por ejemplo, la protección de derechos de autor.
Finalmente, González tiende a una visión más contemporánea con respecto al Modernismo, y la importancia de entenderlo en relación al concepto de modernidad y de la experiencia histórica del descubrimiento de América. En opinión de González, los modernistas al menos a nivel cultural ya se consideraban modernos a pesar de que América fuese percibida por su falta de modernidad o desfase entre realidad socioeconómica moderna y pensamiento moderno. Con el fin de explicar este desfase, González alude a la idea de Foucault de que la modernidad fue mediada por una serie de instituciones y discursos con los cuales los modernistas entraron en relación directa. En este sentido, el Modernismo fue hasta cierto punto la apropiación y reorganización parcial por parte de hispanoamérica de la biblioteca cultural europea.
No obstante lo anterior, pienso que sólo mediante una reorganización de estos esbozos críticos se puede arribar a la visión totalizadora que requiere una nueva aproximación al modernismo. En otras palabras, la inclusión de otros escritores y géneros que aseguren la diversidad necesaria que requiere la discusión del canon literario modernista. 
González menciona al comienzo de su ensayo, el hecho que actualmente el Modernismo es entendido en términos más amplios que incluyen no sólo la poesía, sino también la prosa y sus derivaciones: cuento, novela, ensayos y crónicas. Incluso también, en sus relaciones con la música, la arquitectura y las artes visuales, así como en sus correspondencias con las corrientes feministas actuales y la tradición de horror y de ciencia ficción latinoamericano: Lugones, Quiroga, Borges y Macedonio Fernández. 
Jiménez, a pesar de su análisis estético y generacional sobre la poesía modernista, también alude a algunos componentes necesarios al momento de obtener una comprensión total del modernismo: la prosa modernista, el modernismo catalán y en especial, las corrientes ocultistas y esotéricas que Paz ya mencionaba como importantes en la comprensión del modernismo latinoamericano. No es casualidad que Rama observe en el Modernismo - en relación a la irrupción de la ciudad como marco espacial de la modernidad - el progreso y perfección de la ideología capitalista, y el pestilente aroma a flores de la sociedad burguesa de la cual Baudelaire es su hijo pródigo.

14 de octubre de 2011

The Benjamin Project Part I



Globalización, culto y culpa en Walter Benjamin (I Parte)
ROCCO


      El ensayo crítico sobre “Capitalism as Religion” de Walter Benjamin se presenta como un texto fragmentario que exige el desciframiento cuidadoso de sus dispositivos intertextuales que flotan en el entrampamiento de un discurso que dialoga con otros intertextos - “Surrealism” y “Critique of Violence” - y planteamientos teóricos: Nietzche, Freud, Weber y Marx. En este sentido, la lectura del texto requiere sobrepasar las trincheras de la obviedad, y exige sumergirse en la actualización y extensión funcional de algunos conceptos que ayuden al entendimiento substancial de la fragmentariedad propuesta como desafío intelectual. Benjamin deslinda una anatomía de la estructura religiosa del capitalismo mediante una categorización de sus elementos constitutivos: culto, duración, inculpación y enmascaramiento.


El Derrumbe (poemas inéditos) 2011 II Parte











Por Federico Schopf
(Des) esperanza I

Para Pilar
                   1
Me parece que esta larga vida
un poco o ya bastante inútil
(empieza a repetirse, creo)
no he aprendido más que a morir
o ha retirarme a tiempo,
aunque no hay tiempo para este
retiro.
      2
Me he arrimado al pilar más sólido
  más hermoso
y este amor se deshace
no resiste las transparentes olas (ácidas)
que nos rodean
y las que emergen de nuestros abismos
apenas controlables
que no hemos sabido medir a
tiempo
pero el amor es desmedido, creo:
una luz desatada
que llega al fondo del vacío
del que él mismo ha surgido
no alcanza a llegar
en el momento más alto; más bajo.
no sé como decirlo
su copa vibra y se deshace
(imagen repetida por mi, por otros)
y a veces, sólo a veces, no se sabe cómo
se rehace, por un tiempo largo o corto,
  es claro.

Tragedia antigua
En la mitad del verano acometido
por una tempestad, en descampado
así me sorprendió tú decisión de última
hora
o tal vez largamente meditada
Pero no temas
no saldré de la escena a morir
paródicamente tras el cortinaje
y tampoco entraré en el escenario
dispuesto a cortarme las venas ante todos
o más espectacularmente la yugular
para después aparecer como el poeta
  Jorge Teillier
con un enorme parche al lado izquierdo
        de su cuello
explicando que se hizo el tajo
a la manera de Narciso
frente al espejo.

11 de octubre de 2011

Orientalismo en Juan Goytisolo



ROCCO
La visión orientalista del narrador de Paisajes después de la batalla manifiesta una crítica de la sociedad occidental mediante la comparación con las sociedades árabes y el mestizaje social que toma lugar en el barrio Sentier de París. Esta controvertida visión de la sociedad se relaciona también con el proceso de lectura fragmentario y autosubversivo que se despliega en el libro: “la estructura despedazada del mismo, la hecatombe [postmoderna] final que acaba incluso con su autor” (Sotomayor 165). Tal imagen del espacio urbano, metáfora de su referente, desborda las fronteras de la representación y alcanza el rango de figura estética; de una nueva ciudadanía, de un espacio en movimiento que se forma sobre los ritmos de la inmigración y de los exilios que la constituyen. Es así como el espacio de la novela es habitado por un personaje conflictivo y anónimo, donde el espacio llega solamente a volverse comprensible a través de una lógica del exceso, de la subversión de los roles tradicionales y, en suma, de la destrucción.
Con respecto a la visión orientalista,1 se puede observar que el narrador hace uso de estas mismas tácticas ideológicas: presenta la colonización de París por los orientales, o el exotismo pero aplicado a París cuando el personaje debe visitar “los distritos serenos y nobles, predominantemente habitados por aborígenes...[mientras] se proveé de antemano de todo lo necesario – pasaporte, divisas, certificado internacional de vacuna – como si fuese a un safari congoleño o a una expedición científica a Groenlandia” (167). De esta manera, el viajero de la novela no necesita ir a Oriente para experimentar el exotismo: “nuestro excéntrico personaje ha advertido que no es necesario coger el avión de Estambul o Marraquech en busca de exotismo: basta con salir a estirar las piernas para topar inevitablemente con él” (Goytisolo, 109). 
El personaje amanuense lleva a cabo no solo la copia “de ideas dadas sobre el Oriente... a las cuales añade su aportación personal” (Sotomayor, 173) de la realidad de occidente, sino también plantea la problemática de la indeterminación narrativa y de la autoría de la novela. El autor-narrador-protagonista se disfraza para poder asumir las variadas personalidades y estilos de vida que se pueden constatar en el Sentier, pero a veces el personaje se confunde con el narrador de la obra y presenta coexistencias con el autor de la misma: “¿será él o yo quien se expresa? Su vocación de amanuense le ha llevado a asumir la paternidad de la copia e, insidiosamente, confundirse con el autor... al final, ya no sabe si es el remoto individuo que usurpa su nombre o ese goytisolo lo esta creando a él” (181-82). Como señala Stanley Black “What is interesting is the way the novels use the authorial question (or questioning of authorship) as the principal site for their subversion of the reading process... The novel deliberately plays on the author figure in order to subvert the reader’s normal habits of naturalization” (202-203). 
En este sentido, la condición postmoderna (Lyotard), pone en evidencia el tema del saber y su legitimación como tal en el panorama de la sociedad postmoderna, especialmente, en la inestabilidad de los relatos como enunciados verdaderos y legítimos (Mazzei 8). El relato ya sea histórico, científico o ideológico ha perdido credibilidad. Su habitual solidez se manifiesta en una multiplicidad de sentidos que no acaban por resolverse. Indefenso ante los medios, el hombre de las comunidades occidentales, tampoco se puede sustraer a la fuerza del capitalismo multinacional: “nuestro hombre permanece en la acera del cine, entre los postulantes al horror programado: el suelo esta cubierto de pajuelas, servilletas de papel y vasos de cartón del vecino Mc Donalds, residuos del tentempie en que los sufridos espectadores engañan su espera” (Goytisolo 23). En otras palabras, la cultura masificada y el materialismo exacerbado se conciertan en un tipo de individuo anónimo, disperso y anesteciado, inherente a la apoteosis del consumo “de una sociedad abierta al ensueño y la esperanza, en una palabra, el acceso a la dinámica que impulsa la brusca aceleración de la Historia, da un salto cualitativo al mañana y sustituye la realidad de un presente gris y zafio con un modelo ya existente... Disneylandia” (Mazzei 101). 
El autor mediante la ironía y la parodia intenta caracterizar a este personaje esquizofrénico mediante “esa revelación de desorden vivencial y de hiperbólica capacidad para olvirdarlo todo” (Mazzei 12). La imposibilidad de vivir siempre en el presente, y en consecuencia, de no poder narrar la experiencia histórica: “el mismo es obsceno, la obscena presa de la obscenidad del mundo (…) ya no puede producir los límites de su propio ser, ya no puede escenificarse ni producirse como espejo. Ahora es solo una pura pantalla, un centro de distribución para todas las redes de influencia” (Mazzei 12-13). Es así como la falta de sentido de la realidad percibida por el copista (la obra esta compuesta por setenta y ocho diferentes secciones), le otorga a la obra la impronta fragmentaria. Un rompecabezas sociolingüístico, un palimpsesto de todas aquellas voces marginadas y periféricas del tercer mundo, expresado a través del barrio de Sentier. Barrio donde conviven multitud de etnias e idiomas que progresivamente se apropian de la ciudad, del espacio publico de París. Para así hacerle experimentar al lector por medio de una serie de niveles lingüísticos, estructurales y temáticos, la realidad caótica de la misma. En esta realidad el lector se ve obligado a reconstruir, recogiendo información en la medida que avanza en la lectura y establece relaciones necesarias entre las distintas secciones que componen la obra. De esta manera, la obra se articula de forma circular mediante la presencia permanente del motivo de la “hecatombe postmoderna”, pues el deseo de destrucción presente en la seccion primera y última de la obra está marcada por ese sentimiento de confusión y devastación apocalíptica que la cruza. 
En lo que respecta a las relaciones del lector, 2 se comprueba como su presencia en la novela juega un papel determinante al momento de visualizar las relaciones entre lector, autor, y narrador, donde nada es fehacientemente veraz: “Cuidado, lector: el narrador no es fiable. Bajo una apariencia desgarrada de franqueza y honradez – mientras multiplica los mea culpa y cargos contra sí mismo–no deja de engañarte un instante” (Goytisolo 177). A su vez el lector desempeña un rol de (re)creador de significado, que en su expresión más obvia está dada por la lectura árabe que se puede realizar del texto: “Su lectura no es una lectura ordinaria pues, como el censor ducho en las artes de supresión y escamoteo... su minuciosa faena de recopilador y amanuense enriquece y engrosa a diario el repertorio de sus Obras Completas” (60-61). También, en su relación con el personaje, el cual se puede identificar con un meteco del Sentier, un emigrado de algun país árabe, o un revolucionario del Comando Oteka. Pero a su vez, con un español exiliado en París, un nativo reaccionario a la invasión africana del barrio del Sentier, o con un cronista internacional retirado. Es decir, el dilema de la indeterminación, donde el lector se enfrenta como recreador de significado ante las numerosas opciones de lectura: “Se razonable: ayúdanos y te ayudaremos. Escribe cuanto sepas y, si no sabes nada, inventa. Recuérdalo: un buen relato ficticio vale por cien verdaderos si respeta mejor que ellos las leyes de la verosimilitud” (123). 
Con respecto al horizonte de expectativas del lector y su interpretación de la obra, esta se ve fragmentada y deseminada, no sólo a nivel semántico sino también a nivel ideológico (lectura árabe: de izquierda a derecha, de final a principio), y gráfico hacia el final de la novela ”reir reirte de ellos: escribir escribirme: tu yo mi texto el libro/yo: el escritor/yo: lo escrito/lección sobre cosas territorios e Historia/fábula sin ninguna moralidad/simple geografía del exilio…digamos sencillamente como los matemáticos que el orden de los factores no altera el producto” (193-194). La recepción de la obra se vuelve una experiencia inmediata, tan personal como ha sido su elaboración. Las perspectivas interpretativas se hacen múltiples por que la obra de Goytisolo pretende la polisemia: “subrepticiamente la obra conlleva la impotencia de una imaginación desalentada, que si bien concibe su objeto, no puede representarlo. De ahí el informalismo, la diseminación semántica” (Mazzei 15). 
Según Mazzei, el acto de lectura se transforma en una suerte de operación por elección, donde el lector debe o puede elegir por sí, mientras realiza un trabajo de selección a medida que se interna en los múltiples significados del texto, con el fin de completar su sentido a través de múltiples actualizaciones (37). Sin embargo, tal actualización requiere de una cierta competencia para orientarse, para cubrir aquellos espacios vacíos o en blanco, como pistas a ser descubiertas por el lector. De esta manera, el placer estético de la lectura se puede encontrar en aquellos límites de la cultura occidental y oriental que Goytisolo despliega, y en su destrucción, cuando se queda expuestos a los estallidos y artificios de un discurso reivindicador del oriente.
1.Corriente de reivindicación de la integridad étnica y cultural del mundo árabe, y en general, de los países tercemundistas... [así como del] ‘descubrimiento’ de las tácticas ideológicas usadas por el Occidente para manipular el Oriente (Sotomayor 13).


2. La teoría de la recepción fue un movimiento estético de autocrítica de la concepción idealista-burguesa de la literatura (Jauss, Iser, Naumann, Eco, Barck), cuyo caracter “pendular”, según Naumann, “ha dejado hasta hoy sin definir la correlación que hay entre los problemas con tanta razón acentuados por ella, con los de un planteamiento de estética de la producción y la representación” (Schopf 192). Esta teoría se preocupa de las relaciones del lector con el texto literario, y la capacidad activa que posee el lector en el proceso de lectura al actualizar, interpretar y resignificar un texto determinado. Además, toma en cuenta las diferentes épocas históricas en que el texto es actualizado, es decir, los efectos que produce el texto y sus grados de indeterminación, en el sentido del compromiso e involucramiento del lector en la coproducción de su posible intención, el horizonte de expectativas propio del lector, y la especificidad del texto en relación a otros tipos de textos (Schopf 87-91).


Bibliografía
Black, Stanley. Juan Goytisolo and the Poetic of Contagion: The Evolution of Radical Aesthetic in the Later Novels. Liverpool: Liverpool UP, 2001.
Goytisolo, Juan. El problema del Sáhara. Barcelona: Anagrama, 1979. 
_ _ _. Contracorrientes. Barcelona: Montesinos, 1985. 
_ _ _. Paisajes después de la batalla. Barcelona: Montesinos, 1982. 
Levine, Linda Gould. Juan Goytisolo: La destrucción creadora. México: Joaquín Mortiz, 976.
Mazzei, Norma. Postmodernidad y narrativa latinoamericana. Argentina: Filofalsía, 1990.
Navajas, Gonzalo. La novela de Juan Goytisolo. Madrid: SGEL, 1979.
Perez, José Carlos. La trayectoria novelística de Juan Goytisolo: El autor y sus obsesiones. Zaragoza: Oroel, 1984.
Robatto, Matilde Albert. La creación literaria de Juan Goytisolo. Barcelona: Planeta, 1977. 
Sanz, Santos. Lectura de Juan Goytisolo. Barcelona: Ambito Literario, 1977.
Schopf, Federico, ed. Teoría de la recepción. Santiago: Cuadernos de literatura N 1 de la Universidad de Chile, 1993. 
Sotomayor, Carmen. Una lectura orientalista de Juan Goytisolo. Caracas: Fundamentos, 1990.

10 de octubre de 2011

El erotismo como resistencia a la muerte



ROCCO
 En la poesía de Gonzalo Rojas se despliega el erotismo como una de las manifestaciones más particulares de su obra, expresada a través de distintas formas de erotismo, como el místico sagrado, el corporal, el amoroso, entre otros. Sin embargo, la interdependencia de este motivo se fortalece con la presencia significativa del erotismo como resistencia a la muerte. Esto concuerda con el pensamiento de que la poesía conduciría al mismo punto que cada forma del erotismo, es decir, a la muerte y la eternidad.
El erotismo, como uno de los aspectos de la vida interior del hombre, se podría definir, como el escenario propicio de la actuación erótica, entendida como destrucción, disolución o muerte de los seres que experimentan un estado sensorial de comunicación, revelando la búsqueda de una continuidad posible del ser, más allá del replegamiento sobre sí mismo, en que los cuerpos desnudos se abren a la continuidad. Este concepto es entendido como un estado particular que se aproxima a la idea de muerte, y de búsqueda sistemática más allá del mundo inmediato. Según George Bataille: “Lo que está siempre en juego en el erotismo es siempre una disolución de las formas constituidas… de esas formas de vida social, regular, que fundan el orden discontinuo de las individualidades definidas que somos”(32).
Para Bataille, el erotismo es “la aprobación de la vida hasta en la muerte” (27) esto implica que la exuberancia de la vida, para algunos, no es extraña a ella, pues como seres discontinuos, la muerte tiene el sentido de la continuidad del ser: “somos seres discontinuos, individuos que morimos aisladamente en una aventura ininteligible, pero que tenemos la nostalgia de la continuidad perdida”(28). Sin embargo, en este aislamiento, se puede establecer una continuidad, a partir de la muerte de dos seres que desaparecen en la unión y formación de un nuevo ser discontinuo.
La determinación del erotismo en Rojas, en términos místicos, es primitivamente religiosa, pues define la sacralidad, como plenitud y pobreza del eros terrestre que lleva al amor, como búsqueda aparente de Dios: “la eternidad así del beso, el instante/concupiscente, la puerta de los locos,/así el así de todo después del paraíso:/-Dios,/ábrenos de una vez.”(Pareja humana, 104). Los goces mundanos se transforman en experiencias espirituales, de intento de unión con lo divino. La mujer aparece como un absoluto único que representa la totalidad universal y el fundamento de la vida: “Salíamos de ti paridos nuevamente/por el placer, al mundo.”(Perdí mi juventud, 30-31). Pero también, como complemento y razón de ser del hombre en el mundo: “...estuvimos juntos en un enorme beso,/sin comer, sin beber, fuera del mundo...”(Elegía, 38-39).
Los atributos mediadores de la mujer entre un orden humano y natural se relacionan con lo aéreo (espíritu) y musical (poético). En los antiguos sacrificios humanos, la víctima desnuda, simbolizaba la destrucción del ser que la habitó: “Un coro de rameras te velaba,/oh hermosa/llama de ni placer, y hasta diez velas/honraban con su llanto el sacrificio,/y allí donde bailaste/desnuda para mí, todo era olor/ a muerte.”(PJ). Los asistentes participan de un elemento que su muerte revela “lo sagrado” e imperturbable del sujeto, es decir, la continuidad del ser revelada en la muerte. Lo que lleva a pensar que esencialmente lo sagrado de los sacrificios primitivos es el análogo de lo divino de las religiones actuales.
En cierta medida, hubo un momento en que el erotismo fue despojado, por parte del cristianismo, del elemento sagrado, siendo objeto de condenación, hecho que lo tiño de obscenidad, cayendo así en el ámbito de la vida profana. Sin embargo, vemos que en Rojas la orgía representa el aspecto sagrado del erotismo: “Bésense en la boca, lésbicas/baudelerianas, árdanse, aliméntense/o no por el tacto rubio de los pelos,.../la una a la otra en la sábana perversa,...”(A unas muchachas que hacen eso en lo oscuro, 163). En que se niega el aspecto individual y se establece la equivalencia de los participantes, quienes se funden en un juego de correspondencias y transgresiones amatorias que van mas allá de las relaciones tradicionales entre hombre y mujer. A ojos del sujeto poético prevalece el aspecto de perversión representado por la sábana que arde en conjunción con los cuerpos semejantes.
El erotismo corporal es, según Bataille: “el campo de la violencia o violación” (33) pues implica arrancar al ser de su individualidad. En que los cuerpos descubiertos se pierden en el curso de la consumación, es decir, la disolución de las formas constitutivas que fundan el orden individual. Lo que implica acercarse a la muerte en términos de acabamiento en el otro, en sí mismo: “acabo de matar a una mujer/después de haber dormido con ella una semana,/después de haberla amado con locura/desde el pelo a las uñas, después de haber comido/su cuerpo y su alma, con mi cuerpo hambriento.”(E). Por lo tanto, existe en Rojas una búsqueda, pero sólo aparente de la continuidad, del establecimiento definitivo de la muerte, siempre y cuando ésta no venza. 
El sentido último del erotismo, es la fusión, la supresión de los límites, y en este ámbito la poesía se vuelve vertiginosa, el sujeto poético se deslumbra y regocija. El sexo rige las direcciones y cambios que se producen en el mundo, en los elementos constitutivos del hombre y la naturaleza: “...no hay otro sol que el fuego convulsivo/del orgasmo sin fin, en que se quema/toda la raza humana.”(E). Aquí el fuego no sólo simboliza la atracción de los amantes, como analogía para descubrir el mundo, sino que también como orgasmo infinito en que se va la vida, la creación y destrucción de todo lo existente.
El erotismo aparece como la sustitución de una continuidad maravillosa y pasional entre dos seres discontinuos, pero que a su vez, se transforma en un imposible, un sufrimiento. El ser amado para el amante representa la transparencia del mundo; lo ilimitado, lo pleno, el hambre en sus aspectos mas mínimos y cotidianos: “Son siete días con sus siete noches/los que estuvimos juntos en un enorme beso/sin comer, sin beber, fuera del mundo…” (E). El amor se funda así en el deseo de vivir en la angustia, en el temor a la pérdida, que vuelve sensual la violencia de los placeres.
El objeto erótico en Rojas no implica la totalidad del erotismo, sino una parte del deseo de paso por él. La mujer se toma a sí misma por objeto de deseo, objeto plural de placer, y a su vez diosa – máquina capaz de ofrecer vida y quietud espiritual: “...mi bestia,/máquina del placer,...Pasábamos por ti como olas/todos los que te amábamos. Dormíamos/con tu cuerpo sagrado.”(PJ). En el origen degradatorio está el consentimiento de su condición miserable, que en este poema se actualiza con la frase, mi bestia, y que refuerza más adelante, con la siguiente estrofa: “...reinabas para mi sobre las nubes de la miseria”(PJ). En este sentido, Rojas sacraliza a la mujer con la misma facilidad que la degrada, en un juego de profanación de lo sagrado y sacralización de lo profano, en que el prostíbulo aparece como templo y las mujeres como coro de sacerdotisas: “Un coro de rameras te velaba de rodillas...”(PJ).
El erotismo como experiencia interior propiamente humana, se opone a la sexualidad animal, en el sentido de que el hombre está en permanente cuestionamiento de sí mismo, y a su vez, expuesto a las restricciones que le impone la sociedad: un sujeto desgarrado entre la transgresión de las normas impuestas, y las restricciones que ésta impone. También, estas restricciones eliminan los movimientos violentos, el impulso sexual desenfrenado, como si se quisiera rechazar la violencia en su movimiento natural hacia la muerte. Sin embargo, lo que no se puede obviar, es que el erotismo como actividad humana es una constante infracción de las reglas establecidas por la propia sociedad. En este sentido, la poesía y el erotismo como formas de expresión profundamente humana, son el fundamento y el medio de resistir a la muerte y las restricciones impuestas por la sociedad, aunque en una relación aparente de trascendencia y eternidad. Tal resistencia, no obstante, conlleva a enfrentarse constantemente a la muerte, en un juego de semejanza y aproximación. Para Rojas, evitar morir o evadir los límites del erotismo son una misma cosa, se igualan: “Así el amor en el flujo espontáneo de unas venas/encendidas por el hambre de no morir, así la muerte:/ la eternidad así del beso,... Dios,/ábrenos de una vez”(PJ). El deseo de inmortalidad, a través de su poesía, está presente, pero como trascendencia vacía, en que el erotismo contiene de una manera fundamental la muerte.
Obras citadas
Bataille, Georges: El Erotismo. Tusquets: Barcelona, 1992
Rojas, Gonzalo: Antología de Aire. F.C.E: Santiago, 1994.

Racismo en el estado moderno



Rocco
Foucault indica que durante el siglo XIX el antiguo derecho soberano to “take life or let live” comienza a ser permeado por el nuevo derecho “to make live and to let die” (241). Aunque paradójica, esta distinción provee de un importante acercamiento a los mecanismos de “biopower” mediante los cuales el rol del individuo, el concepto de raza y la justificación de la violencia han sido reformulados por el estado moderno. 
De acuerdo a Foucault, a finales del siglo XVIII el estado comienza a cambiar su enfoque desde una disciplina del individuo a una normalización de las masas. De esta manera, el estado ejercita su poder no tanto sobre el cuerpo de los individuos como sobre el proceso de vida en sí mismo. Como resultado, el nuevo estado soberano se propone como objetivo la seguridad de una población más saludable y productiva, creando instituciones que coordinen “medical care, centralize information, and normalize knowledge... campaigns to teach hygiene and to medicalize the population” (244). 
En un sistema como éste, donde una población saludable y productiva es ideal, un valor reducido es dado a individuos que por su edad “fall out of the field of capacity, of activity” (244), y que tal vez, son menos atractivos para el estado de mantener con vida. Otras porciones de la población son vistas como obstáculo para el control y normalización de la población, y su problemática presencia, como un riesgo para la productividad y seguridad nacional. En estos casos, el estado puede emplear técnicas de supresión o eliminación directa: “exposing someone to death, increasing the risk of death for some people, or, quiete simply, political death, expulsion, rejection, and so on.” (256)
Pero ¿cómo un estado dedicado al bienestar de la población justifica el uso de la fuerza en contra de sus ciudadanos? Foucault explica que la violencia en el estado moderno está directamente relacionada con el racismo, ya que éste  introduce un quiebre “into the domain of life that is under power’s control: the break between what must live and what must die.” (254) Una vez que el estado funciona de una manera biopolítica “racism alone can justify the murderous function of the State.” (256) No sólo el estado decide quien es indeseable, también especifíca las razones de sus medidas a través de poderosas tecnologías predictivas que le permiten medir y regular eventos que abarcan una vida.
En este contexto, tanto Foucault como Kant entienden el concepto de raza en términos de aparente desviación. Para Kant las razas son desviaciones que son  constantemente preservadas “over many generations and come about as a consequence of migration... or througt interbreeding with other deviations (9). De esta manera, conjetura una historia natural en la cual las razas han sido el resultado de una violencia natural: separación y adaptación al medio ambiente. Aunque estas desviaciones no son explícitamente definidas como indeseables, en su  opinión hubo una jerarquia implícitas de razas que permitió a los soberanos declarar sus derechos sobre las razas inferiores y, por lo tanto, ejercer el poder sobre la vida y muerte de sus súbditos.
Mientras los estados modernos pueden aún emplear algunas de estas regulaciones, la vida y muerte de los individuos no es el enfoque principal del estado  moderno sino el individuo como “living being... as species” (242). Las regulaciones biopolíticas de la población imponen un desafío que implicar lidiar con la población como un problema político, como un problema que es científico y político “as a biological problem and as powers problem” (245). 
Deacuerdo a Foucault, el estado identifica a un individuo indeseable o raza con el fin de eliminar los obstáculos a su éxito. Cuando se tiene una sociedad normalizada, se tiene un poder que al menos superficialmente es biopolítico, donde el racismo es la precondición indispensable que permite matar a alguien. El racismo no sólo permite el uso de la fuerza en contra de los individuos indeseables, lo dictamina por el bien de la población. El racismo hace que las relaciones de lucha  “if you want to live, the other must die” (255) funcionen de una manera compatible con el ejercicio de la biopolítica.
Aunque las antiguas normativas legales no pueden aplicarse como antes, la antigua forma de soberanía, según Foucault, no desapareció completamente, ni tampoco las antiguas categorías de racismo. Para el estado moderno las porciones de la población que no puede normalizar, aislar o dejar morir corresponden a la raza inferior o degenerada. Es decir, los sujeto marginalizados se transforman en portadores de una una culpa inherente, debido a que se han desviado de la norma impuesta por el estado, cuyo objetivo es la normalización y control de la población con el fin de evitar eventos y anomalías aleatorias.
Independientemente de como sea difinido el otro, el estado moderno lo ve como un enemigo impuro, una mala raza contra quien el uso de la violencia es considerado deseable y justificable porque su muerte promueve un gran bienestar: algo que hace que la vida sea mas saludable y pura.
Obras citadas
Foucault, Michel. Society Must Be Defended: Lectures at the College de France. 1975-76. Bertani Mauro and others, Eds. New York: Picador, 2003.
Kant, Immanuel. “Of the Different Human Races”. In: The Idea of Race. Bernasconi, Robert and others, Eds. Indianapolis: Hackett, 2000, 9-21.

9 de octubre de 2011

The Souls of Black Folk de Du Bois



ROCCO
Kant estableció el concepto de raza mediante el método científico en el siglo XVIII. La validez de este concepto como factor biológico o como constructo cultural ha sido debatida infinitamente desde entonces. Kant contribuyó a crear una aproximación científica que permitió el establecimiento de una división de la humanidad basada en diferencias físicas. En este sentido, la historia del mundo occidental ha sido una serie de implementaciones de su teoría con el propósito de controlar a la gente o excluirlos de participar en la sociedad con el fin de justificar el derecho de algunos de gobernar a otros.
En el siglo XIX, los Estados Unidos se vió envuelto en una guerra civil basada, en parte, en las diferencias raciales. El proceso de emancipación demostró que a pesar de la ley la población negra aún era considerada inferior en la conciencia popular. Desde mediados del siglo XIX, hasta principios del siglo XX, la población negra aún era presa de la realidad aunque ya no era esclava. De hecho, las diferencias raciales adoptaron un carácter mas institucionalizado bajo la forma de la segregación y el linchamiento. Mientras los esfuerzos de científicos como Boas y otros intentaban probar formalmente la inferioridad de los no blancos mediante razones matemáticas.
Du Bois hereda el problema del concepto de raza y las consecuencias de las prácticas racistas de finales del siglo XIX y principios del XX. Du Bois se da cuenta a muy temprana edad de que la gente lo percibe como miembro de un grupo racial y que las oportunidades de su comunidad eran limitadas. Su respuesta fue documentar la lucha histórica de la población negra con el fin de unirse a la hermandad universal de su comunidad. Sin embargo, estaba consciente que la gente percibida como negra nunca ganaría entrada individualmente a la sociedad. Es así como hace uso del concepto de raza para su propio beneficio y proclama que la gente de su grupo debía mirarse a sí mismos para descubrir sus fuerzas y talentos, para eventualmente negociar con el resto de la sociedad.
“The Soul of Black Folk” es una colección de ensayos históricos y bosquejos, algunos autobiográficos, que ilustran la lucha de la comunidad negra. La segregación racial o “color-line” es el problema del siglo XX que Du Bois intenta esbozar en sus consideraciones previas a su libro en su llamado de atención al lector. En “The Forethought” y el primer capítulo, Du Bois, aunque emplea el término raza, no lo define explícitamente; al contrario, presenta la historia y experiencia común que une a la gente de color “in this American world.” El quiere trazar la lucha espiritual y alcanzar la autoconciencia de la comunidad negra mediante la pasión, la pesadumbre y la lucha de este grupo. Así, la espacialización de las circunstancias históricas y las distinciones que sustentan la narrativa de Du Bois atraviesan sus disquisiciones sobre el concepto del velo. En este sentido, el velo simboliza aquello que encubre algo pero que al mismo tiempo deja vislumbrar algo: oculta pero muestra. En otras palabras, dos mundos que coexisten en el hombre negro. Sin embargo, una tentativa narrativa que alude al estereotipo de ambos mundos y que reafirma las diferencias raciales entre blanco y negro. A pesar de esto, Du Bois, muy inteligentemente, es consciente de la capacidad que tiene de experimentar la especificidad de la negritud y al mismo tiempo distanciarse lo suficientemente como para reflexionar sobre esta misma experiencia que intenta bosquejar. Es decir, la configuración de un sujeto móvil que tiene la habilidad de desplazarse a través de este velo y detenerse a reflexionar sobre los mecanismos de poder y los modos socioculturales e históricos que interfieren estos dos mundos. En otras palabras, en la posición de Du Bois resuena la imagen del vigía de un barco esclavista que puede ver más allá y más acá de la realidad que se avecina.
Du Bois brevemente esboza la historia de la población negra en América (con referencia a otras civilizaciones) para el lector no familiarizado con ella, con el fin de “unveiled” la historia para los que son y no son negros. Si el resto no conoce su historia, la población negra se vuelve invisible a los ojos de los demás. No conocer su propia historia hace que el entendimiento por alcanzar de “true self-consciousness” sea imposible, especialmente mediante la reflexión en otros, lo que crea una extraña experiencia de “double consciousness.” En este sentido, la dualidad representada por el velo es el tema común en sus ensayos y discusiones. De hecho, aparece en sus catorce ensayos y bosquejos, y une lo que de otra manera desconectaría las piezas que conforman su libro. La metáfora funciona físicamente; los negros fueron malentendidos por el otro al ser separados físicamente por el velo de “color line” o segregación. Y también funciona cognitivamente, el velo puede ser visto como una imposición-impedimento para la percepción.
De cualquier manera, escapar del entrapamiento del velo, no sólo requiere saber qué hay en ambos lados (Du Bois conoce el “world of the white man”) sino tambien aprender a ver el velo en sí. La persona que ve el velo es capaz de levantarlo, y levantarlo produce una revelación. Du Bois explica que el ha “stepped within the Veil” y lo levantará para que así los lectores puedan ver “faintly in its deeper recesses.” Él es capaz de hacerlo porque también es “flesh of flesh of them who live within the veil”, un negro, y por ende “a sort of seventh son... born with a veil and gifted with second sight.” La referencia a los siete hijos es tanto bíblica como popular, el número siete es un número mágico, así como el individuo, aunque de alguna manera incapacitado, pero que posee poderes especiales de visión y entendimiento que le serán revelados a él y otros.

8 de octubre de 2011

El Derrumbe (poemas inéditos) 2011


Por Federico Schopf



En un vagón del metro
He visto un rostro anónimo
irresistiblemente bello
separado del resto desproporcionado de su cuerpo
y de la masa de los otros cuerpos
con la mirada fija en el vacío
del que no espera nada y nada pierde
en su paciente espera
en tanto el metro deja atrás
la oscuridad
y avanza al mismo tiempo hacia ella
hasta alcanzar la luz de la estación final
rodeada por una sombra sin límites.
                         ***
Ella ha bajado en el mismo lugar que yo
pero en opuesta dirección:
ni siquiera un amor a última vista
como decía un desolado poeta de otros tiempos
tan poco resignado como yo.
Poética
No queda más recurso
Parece no haber más recurso
que acumular palabras
[sobre el viejo empedrado]
hasta que los montones se derrumben
una vez más y todavía
seguiré en la esperanza de ver algo
y no una claridad que siempre ciega
y es otra forma de la sombra.
O en los nuevo canales de la técnica
en el tiempo y en el espacio
acceder a una nave sideral
en que uno muere
sentado en el volante con la vista fija
en lo que nunca llega.
O en la autopista que jamás nunca termina
y diseñada en forma de ocho
el pasajero cruza varias veces
el eterno retorno de los mismo
para un viejo narciso - es uno entre otros -
que una vez más se inclina sobre el río
o más modestamente ante el espejo
y ve su rostro disolverse
en la amplitud del cielo
que enceguece con su claridad.

Poemas pertenecientes al libro El Derrumbre (poemas aún no publicados)