Rocco
Foucault indica que durante el siglo XIX el antiguo derecho soberano to “take life or let live” comienza a ser permeado por el nuevo derecho “to make live and to let die” (241). Aunque paradójica, esta distinción provee de un importante acercamiento a los mecanismos de “biopower” mediante los cuales el rol del individuo, el concepto de raza y la justificación de la violencia han sido reformulados por el estado moderno.
De acuerdo a Foucault, a finales del siglo XVIII el estado comienza a cambiar su enfoque desde una disciplina del individuo a una normalización de las masas. De esta manera, el estado ejercita su poder no tanto sobre el cuerpo de los individuos como sobre el proceso de vida en sí mismo. Como resultado, el nuevo estado soberano se propone como objetivo la seguridad de una población más saludable y productiva, creando instituciones que coordinen “medical care, centralize information, and normalize knowledge... campaigns to teach hygiene and to medicalize the population” (244).
En un sistema como éste, donde una población saludable y productiva es ideal, un valor reducido es dado a individuos que por su edad “fall out of the field of capacity, of activity” (244), y que tal vez, son menos atractivos para el estado de mantener con vida. Otras porciones de la población son vistas como obstáculo para el control y normalización de la población, y su problemática presencia, como un riesgo para la productividad y seguridad nacional. En estos casos, el estado puede emplear técnicas de supresión o eliminación directa: “exposing someone to death, increasing the risk of death for some people, or, quiete simply, political death, expulsion, rejection, and so on.” (256)
Pero ¿cómo un estado dedicado al bienestar de la población justifica el uso de la fuerza en contra de sus ciudadanos? Foucault explica que la violencia en el estado moderno está directamente relacionada con el racismo, ya que éste introduce un quiebre “into the domain of life that is under power’s control: the break between what must live and what must die.” (254) Una vez que el estado funciona de una manera biopolítica “racism alone can justify the murderous function of the State.” (256) No sólo el estado decide quien es indeseable, también especifíca las razones de sus medidas a través de poderosas tecnologías predictivas que le permiten medir y regular eventos que abarcan una vida.
En este contexto, tanto Foucault como Kant entienden el concepto de raza en términos de aparente desviación. Para Kant las razas son desviaciones que son constantemente preservadas “over many generations and come about as a consequence of migration... or througt interbreeding with other deviations (9). De esta manera, conjetura una historia natural en la cual las razas han sido el resultado de una violencia natural: separación y adaptación al medio ambiente. Aunque estas desviaciones no son explícitamente definidas como indeseables, en su opinión hubo una jerarquia implícitas de razas que permitió a los soberanos declarar sus derechos sobre las razas inferiores y, por lo tanto, ejercer el poder sobre la vida y muerte de sus súbditos.
Mientras los estados modernos pueden aún emplear algunas de estas regulaciones, la vida y muerte de los individuos no es el enfoque principal del estado moderno sino el individuo como “living being... as species” (242). Las regulaciones biopolíticas de la población imponen un desafío que implicar lidiar con la población como un problema político, como un problema que es científico y político “as a biological problem and as powers problem” (245).
Deacuerdo a Foucault, el estado identifica a un individuo indeseable o raza con el fin de eliminar los obstáculos a su éxito. Cuando se tiene una sociedad normalizada, se tiene un poder que al menos superficialmente es biopolítico, donde el racismo es la precondición indispensable que permite matar a alguien. El racismo no sólo permite el uso de la fuerza en contra de los individuos indeseables, lo dictamina por el bien de la población. El racismo hace que las relaciones de lucha “if you want to live, the other must die” (255) funcionen de una manera compatible con el ejercicio de la biopolítica.
Aunque las antiguas normativas legales no pueden aplicarse como antes, la antigua forma de soberanía, según Foucault, no desapareció completamente, ni tampoco las antiguas categorías de racismo. Para el estado moderno las porciones de la población que no puede normalizar, aislar o dejar morir corresponden a la raza inferior o degenerada. Es decir, los sujeto marginalizados se transforman en portadores de una una culpa inherente, debido a que se han desviado de la norma impuesta por el estado, cuyo objetivo es la normalización y control de la población con el fin de evitar eventos y anomalías aleatorias.
Independientemente de como sea difinido el otro, el estado moderno lo ve como un enemigo impuro, una mala raza contra quien el uso de la violencia es considerado deseable y justificable porque su muerte promueve un gran bienestar: algo que hace que la vida sea mas saludable y pura.
Obras citadas
Foucault, Michel. Society Must Be Defended: Lectures at the College de France. 1975-76. Bertani Mauro and others, Eds. New York: Picador, 2003.
Kant, Immanuel. “Of the Different Human Races”. In: The Idea of Race. Bernasconi, Robert and others, Eds. Indianapolis: Hackett, 2000, 9-21.
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