THE MATCH IS ON


Este blog está inspirado en los territorios cinemáticos-comunitarios del boxing “Rocco e i suoi fratelli” (Luchino Visconti, 1960), y pretende dar rienda suelta al espectrum literario-crítico local y global, así como a todas las bestialidades estéticas-artísticas del sujeto moderno, deacuerdo a ciertas prácticas y prescripciones de pelea discursiva como la ironía, el sarcasmo, la parodia y la sátira.


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10 de octubre de 2011

El erotismo como resistencia a la muerte



ROCCO
 En la poesía de Gonzalo Rojas se despliega el erotismo como una de las manifestaciones más particulares de su obra, expresada a través de distintas formas de erotismo, como el místico sagrado, el corporal, el amoroso, entre otros. Sin embargo, la interdependencia de este motivo se fortalece con la presencia significativa del erotismo como resistencia a la muerte. Esto concuerda con el pensamiento de que la poesía conduciría al mismo punto que cada forma del erotismo, es decir, a la muerte y la eternidad.
El erotismo, como uno de los aspectos de la vida interior del hombre, se podría definir, como el escenario propicio de la actuación erótica, entendida como destrucción, disolución o muerte de los seres que experimentan un estado sensorial de comunicación, revelando la búsqueda de una continuidad posible del ser, más allá del replegamiento sobre sí mismo, en que los cuerpos desnudos se abren a la continuidad. Este concepto es entendido como un estado particular que se aproxima a la idea de muerte, y de búsqueda sistemática más allá del mundo inmediato. Según George Bataille: “Lo que está siempre en juego en el erotismo es siempre una disolución de las formas constituidas… de esas formas de vida social, regular, que fundan el orden discontinuo de las individualidades definidas que somos”(32).
Para Bataille, el erotismo es “la aprobación de la vida hasta en la muerte” (27) esto implica que la exuberancia de la vida, para algunos, no es extraña a ella, pues como seres discontinuos, la muerte tiene el sentido de la continuidad del ser: “somos seres discontinuos, individuos que morimos aisladamente en una aventura ininteligible, pero que tenemos la nostalgia de la continuidad perdida”(28). Sin embargo, en este aislamiento, se puede establecer una continuidad, a partir de la muerte de dos seres que desaparecen en la unión y formación de un nuevo ser discontinuo.
La determinación del erotismo en Rojas, en términos místicos, es primitivamente religiosa, pues define la sacralidad, como plenitud y pobreza del eros terrestre que lleva al amor, como búsqueda aparente de Dios: “la eternidad así del beso, el instante/concupiscente, la puerta de los locos,/así el así de todo después del paraíso:/-Dios,/ábrenos de una vez.”(Pareja humana, 104). Los goces mundanos se transforman en experiencias espirituales, de intento de unión con lo divino. La mujer aparece como un absoluto único que representa la totalidad universal y el fundamento de la vida: “Salíamos de ti paridos nuevamente/por el placer, al mundo.”(Perdí mi juventud, 30-31). Pero también, como complemento y razón de ser del hombre en el mundo: “...estuvimos juntos en un enorme beso,/sin comer, sin beber, fuera del mundo...”(Elegía, 38-39).
Los atributos mediadores de la mujer entre un orden humano y natural se relacionan con lo aéreo (espíritu) y musical (poético). En los antiguos sacrificios humanos, la víctima desnuda, simbolizaba la destrucción del ser que la habitó: “Un coro de rameras te velaba,/oh hermosa/llama de ni placer, y hasta diez velas/honraban con su llanto el sacrificio,/y allí donde bailaste/desnuda para mí, todo era olor/ a muerte.”(PJ). Los asistentes participan de un elemento que su muerte revela “lo sagrado” e imperturbable del sujeto, es decir, la continuidad del ser revelada en la muerte. Lo que lleva a pensar que esencialmente lo sagrado de los sacrificios primitivos es el análogo de lo divino de las religiones actuales.
En cierta medida, hubo un momento en que el erotismo fue despojado, por parte del cristianismo, del elemento sagrado, siendo objeto de condenación, hecho que lo tiño de obscenidad, cayendo así en el ámbito de la vida profana. Sin embargo, vemos que en Rojas la orgía representa el aspecto sagrado del erotismo: “Bésense en la boca, lésbicas/baudelerianas, árdanse, aliméntense/o no por el tacto rubio de los pelos,.../la una a la otra en la sábana perversa,...”(A unas muchachas que hacen eso en lo oscuro, 163). En que se niega el aspecto individual y se establece la equivalencia de los participantes, quienes se funden en un juego de correspondencias y transgresiones amatorias que van mas allá de las relaciones tradicionales entre hombre y mujer. A ojos del sujeto poético prevalece el aspecto de perversión representado por la sábana que arde en conjunción con los cuerpos semejantes.
El erotismo corporal es, según Bataille: “el campo de la violencia o violación” (33) pues implica arrancar al ser de su individualidad. En que los cuerpos descubiertos se pierden en el curso de la consumación, es decir, la disolución de las formas constitutivas que fundan el orden individual. Lo que implica acercarse a la muerte en términos de acabamiento en el otro, en sí mismo: “acabo de matar a una mujer/después de haber dormido con ella una semana,/después de haberla amado con locura/desde el pelo a las uñas, después de haber comido/su cuerpo y su alma, con mi cuerpo hambriento.”(E). Por lo tanto, existe en Rojas una búsqueda, pero sólo aparente de la continuidad, del establecimiento definitivo de la muerte, siempre y cuando ésta no venza. 
El sentido último del erotismo, es la fusión, la supresión de los límites, y en este ámbito la poesía se vuelve vertiginosa, el sujeto poético se deslumbra y regocija. El sexo rige las direcciones y cambios que se producen en el mundo, en los elementos constitutivos del hombre y la naturaleza: “...no hay otro sol que el fuego convulsivo/del orgasmo sin fin, en que se quema/toda la raza humana.”(E). Aquí el fuego no sólo simboliza la atracción de los amantes, como analogía para descubrir el mundo, sino que también como orgasmo infinito en que se va la vida, la creación y destrucción de todo lo existente.
El erotismo aparece como la sustitución de una continuidad maravillosa y pasional entre dos seres discontinuos, pero que a su vez, se transforma en un imposible, un sufrimiento. El ser amado para el amante representa la transparencia del mundo; lo ilimitado, lo pleno, el hambre en sus aspectos mas mínimos y cotidianos: “Son siete días con sus siete noches/los que estuvimos juntos en un enorme beso/sin comer, sin beber, fuera del mundo…” (E). El amor se funda así en el deseo de vivir en la angustia, en el temor a la pérdida, que vuelve sensual la violencia de los placeres.
El objeto erótico en Rojas no implica la totalidad del erotismo, sino una parte del deseo de paso por él. La mujer se toma a sí misma por objeto de deseo, objeto plural de placer, y a su vez diosa – máquina capaz de ofrecer vida y quietud espiritual: “...mi bestia,/máquina del placer,...Pasábamos por ti como olas/todos los que te amábamos. Dormíamos/con tu cuerpo sagrado.”(PJ). En el origen degradatorio está el consentimiento de su condición miserable, que en este poema se actualiza con la frase, mi bestia, y que refuerza más adelante, con la siguiente estrofa: “...reinabas para mi sobre las nubes de la miseria”(PJ). En este sentido, Rojas sacraliza a la mujer con la misma facilidad que la degrada, en un juego de profanación de lo sagrado y sacralización de lo profano, en que el prostíbulo aparece como templo y las mujeres como coro de sacerdotisas: “Un coro de rameras te velaba de rodillas...”(PJ).
El erotismo como experiencia interior propiamente humana, se opone a la sexualidad animal, en el sentido de que el hombre está en permanente cuestionamiento de sí mismo, y a su vez, expuesto a las restricciones que le impone la sociedad: un sujeto desgarrado entre la transgresión de las normas impuestas, y las restricciones que ésta impone. También, estas restricciones eliminan los movimientos violentos, el impulso sexual desenfrenado, como si se quisiera rechazar la violencia en su movimiento natural hacia la muerte. Sin embargo, lo que no se puede obviar, es que el erotismo como actividad humana es una constante infracción de las reglas establecidas por la propia sociedad. En este sentido, la poesía y el erotismo como formas de expresión profundamente humana, son el fundamento y el medio de resistir a la muerte y las restricciones impuestas por la sociedad, aunque en una relación aparente de trascendencia y eternidad. Tal resistencia, no obstante, conlleva a enfrentarse constantemente a la muerte, en un juego de semejanza y aproximación. Para Rojas, evitar morir o evadir los límites del erotismo son una misma cosa, se igualan: “Así el amor en el flujo espontáneo de unas venas/encendidas por el hambre de no morir, así la muerte:/ la eternidad así del beso,... Dios,/ábrenos de una vez”(PJ). El deseo de inmortalidad, a través de su poesía, está presente, pero como trascendencia vacía, en que el erotismo contiene de una manera fundamental la muerte.
Obras citadas
Bataille, Georges: El Erotismo. Tusquets: Barcelona, 1992
Rojas, Gonzalo: Antología de Aire. F.C.E: Santiago, 1994.

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