THE MATCH IS ON


Este blog está inspirado en los territorios cinemáticos-comunitarios del boxing “Rocco e i suoi fratelli” (Luchino Visconti, 1960), y pretende dar rienda suelta al espectrum literario-crítico local y global, así como a todas las bestialidades estéticas-artísticas del sujeto moderno, deacuerdo a ciertas prácticas y prescripciones de pelea discursiva como la ironía, el sarcasmo, la parodia y la sátira.


Bievenido Welcome Benvenuti

11 de octubre de 2011

Orientalismo en Juan Goytisolo



ROCCO
La visión orientalista del narrador de Paisajes después de la batalla manifiesta una crítica de la sociedad occidental mediante la comparación con las sociedades árabes y el mestizaje social que toma lugar en el barrio Sentier de París. Esta controvertida visión de la sociedad se relaciona también con el proceso de lectura fragmentario y autosubversivo que se despliega en el libro: “la estructura despedazada del mismo, la hecatombe [postmoderna] final que acaba incluso con su autor” (Sotomayor 165). Tal imagen del espacio urbano, metáfora de su referente, desborda las fronteras de la representación y alcanza el rango de figura estética; de una nueva ciudadanía, de un espacio en movimiento que se forma sobre los ritmos de la inmigración y de los exilios que la constituyen. Es así como el espacio de la novela es habitado por un personaje conflictivo y anónimo, donde el espacio llega solamente a volverse comprensible a través de una lógica del exceso, de la subversión de los roles tradicionales y, en suma, de la destrucción.
Con respecto a la visión orientalista,1 se puede observar que el narrador hace uso de estas mismas tácticas ideológicas: presenta la colonización de París por los orientales, o el exotismo pero aplicado a París cuando el personaje debe visitar “los distritos serenos y nobles, predominantemente habitados por aborígenes...[mientras] se proveé de antemano de todo lo necesario – pasaporte, divisas, certificado internacional de vacuna – como si fuese a un safari congoleño o a una expedición científica a Groenlandia” (167). De esta manera, el viajero de la novela no necesita ir a Oriente para experimentar el exotismo: “nuestro excéntrico personaje ha advertido que no es necesario coger el avión de Estambul o Marraquech en busca de exotismo: basta con salir a estirar las piernas para topar inevitablemente con él” (Goytisolo, 109). 
El personaje amanuense lleva a cabo no solo la copia “de ideas dadas sobre el Oriente... a las cuales añade su aportación personal” (Sotomayor, 173) de la realidad de occidente, sino también plantea la problemática de la indeterminación narrativa y de la autoría de la novela. El autor-narrador-protagonista se disfraza para poder asumir las variadas personalidades y estilos de vida que se pueden constatar en el Sentier, pero a veces el personaje se confunde con el narrador de la obra y presenta coexistencias con el autor de la misma: “¿será él o yo quien se expresa? Su vocación de amanuense le ha llevado a asumir la paternidad de la copia e, insidiosamente, confundirse con el autor... al final, ya no sabe si es el remoto individuo que usurpa su nombre o ese goytisolo lo esta creando a él” (181-82). Como señala Stanley Black “What is interesting is the way the novels use the authorial question (or questioning of authorship) as the principal site for their subversion of the reading process... The novel deliberately plays on the author figure in order to subvert the reader’s normal habits of naturalization” (202-203). 
En este sentido, la condición postmoderna (Lyotard), pone en evidencia el tema del saber y su legitimación como tal en el panorama de la sociedad postmoderna, especialmente, en la inestabilidad de los relatos como enunciados verdaderos y legítimos (Mazzei 8). El relato ya sea histórico, científico o ideológico ha perdido credibilidad. Su habitual solidez se manifiesta en una multiplicidad de sentidos que no acaban por resolverse. Indefenso ante los medios, el hombre de las comunidades occidentales, tampoco se puede sustraer a la fuerza del capitalismo multinacional: “nuestro hombre permanece en la acera del cine, entre los postulantes al horror programado: el suelo esta cubierto de pajuelas, servilletas de papel y vasos de cartón del vecino Mc Donalds, residuos del tentempie en que los sufridos espectadores engañan su espera” (Goytisolo 23). En otras palabras, la cultura masificada y el materialismo exacerbado se conciertan en un tipo de individuo anónimo, disperso y anesteciado, inherente a la apoteosis del consumo “de una sociedad abierta al ensueño y la esperanza, en una palabra, el acceso a la dinámica que impulsa la brusca aceleración de la Historia, da un salto cualitativo al mañana y sustituye la realidad de un presente gris y zafio con un modelo ya existente... Disneylandia” (Mazzei 101). 
El autor mediante la ironía y la parodia intenta caracterizar a este personaje esquizofrénico mediante “esa revelación de desorden vivencial y de hiperbólica capacidad para olvirdarlo todo” (Mazzei 12). La imposibilidad de vivir siempre en el presente, y en consecuencia, de no poder narrar la experiencia histórica: “el mismo es obsceno, la obscena presa de la obscenidad del mundo (…) ya no puede producir los límites de su propio ser, ya no puede escenificarse ni producirse como espejo. Ahora es solo una pura pantalla, un centro de distribución para todas las redes de influencia” (Mazzei 12-13). Es así como la falta de sentido de la realidad percibida por el copista (la obra esta compuesta por setenta y ocho diferentes secciones), le otorga a la obra la impronta fragmentaria. Un rompecabezas sociolingüístico, un palimpsesto de todas aquellas voces marginadas y periféricas del tercer mundo, expresado a través del barrio de Sentier. Barrio donde conviven multitud de etnias e idiomas que progresivamente se apropian de la ciudad, del espacio publico de París. Para así hacerle experimentar al lector por medio de una serie de niveles lingüísticos, estructurales y temáticos, la realidad caótica de la misma. En esta realidad el lector se ve obligado a reconstruir, recogiendo información en la medida que avanza en la lectura y establece relaciones necesarias entre las distintas secciones que componen la obra. De esta manera, la obra se articula de forma circular mediante la presencia permanente del motivo de la “hecatombe postmoderna”, pues el deseo de destrucción presente en la seccion primera y última de la obra está marcada por ese sentimiento de confusión y devastación apocalíptica que la cruza. 
En lo que respecta a las relaciones del lector, 2 se comprueba como su presencia en la novela juega un papel determinante al momento de visualizar las relaciones entre lector, autor, y narrador, donde nada es fehacientemente veraz: “Cuidado, lector: el narrador no es fiable. Bajo una apariencia desgarrada de franqueza y honradez – mientras multiplica los mea culpa y cargos contra sí mismo–no deja de engañarte un instante” (Goytisolo 177). A su vez el lector desempeña un rol de (re)creador de significado, que en su expresión más obvia está dada por la lectura árabe que se puede realizar del texto: “Su lectura no es una lectura ordinaria pues, como el censor ducho en las artes de supresión y escamoteo... su minuciosa faena de recopilador y amanuense enriquece y engrosa a diario el repertorio de sus Obras Completas” (60-61). También, en su relación con el personaje, el cual se puede identificar con un meteco del Sentier, un emigrado de algun país árabe, o un revolucionario del Comando Oteka. Pero a su vez, con un español exiliado en París, un nativo reaccionario a la invasión africana del barrio del Sentier, o con un cronista internacional retirado. Es decir, el dilema de la indeterminación, donde el lector se enfrenta como recreador de significado ante las numerosas opciones de lectura: “Se razonable: ayúdanos y te ayudaremos. Escribe cuanto sepas y, si no sabes nada, inventa. Recuérdalo: un buen relato ficticio vale por cien verdaderos si respeta mejor que ellos las leyes de la verosimilitud” (123). 
Con respecto al horizonte de expectativas del lector y su interpretación de la obra, esta se ve fragmentada y deseminada, no sólo a nivel semántico sino también a nivel ideológico (lectura árabe: de izquierda a derecha, de final a principio), y gráfico hacia el final de la novela ”reir reirte de ellos: escribir escribirme: tu yo mi texto el libro/yo: el escritor/yo: lo escrito/lección sobre cosas territorios e Historia/fábula sin ninguna moralidad/simple geografía del exilio…digamos sencillamente como los matemáticos que el orden de los factores no altera el producto” (193-194). La recepción de la obra se vuelve una experiencia inmediata, tan personal como ha sido su elaboración. Las perspectivas interpretativas se hacen múltiples por que la obra de Goytisolo pretende la polisemia: “subrepticiamente la obra conlleva la impotencia de una imaginación desalentada, que si bien concibe su objeto, no puede representarlo. De ahí el informalismo, la diseminación semántica” (Mazzei 15). 
Según Mazzei, el acto de lectura se transforma en una suerte de operación por elección, donde el lector debe o puede elegir por sí, mientras realiza un trabajo de selección a medida que se interna en los múltiples significados del texto, con el fin de completar su sentido a través de múltiples actualizaciones (37). Sin embargo, tal actualización requiere de una cierta competencia para orientarse, para cubrir aquellos espacios vacíos o en blanco, como pistas a ser descubiertas por el lector. De esta manera, el placer estético de la lectura se puede encontrar en aquellos límites de la cultura occidental y oriental que Goytisolo despliega, y en su destrucción, cuando se queda expuestos a los estallidos y artificios de un discurso reivindicador del oriente.
1.Corriente de reivindicación de la integridad étnica y cultural del mundo árabe, y en general, de los países tercemundistas... [así como del] ‘descubrimiento’ de las tácticas ideológicas usadas por el Occidente para manipular el Oriente (Sotomayor 13).


2. La teoría de la recepción fue un movimiento estético de autocrítica de la concepción idealista-burguesa de la literatura (Jauss, Iser, Naumann, Eco, Barck), cuyo caracter “pendular”, según Naumann, “ha dejado hasta hoy sin definir la correlación que hay entre los problemas con tanta razón acentuados por ella, con los de un planteamiento de estética de la producción y la representación” (Schopf 192). Esta teoría se preocupa de las relaciones del lector con el texto literario, y la capacidad activa que posee el lector en el proceso de lectura al actualizar, interpretar y resignificar un texto determinado. Además, toma en cuenta las diferentes épocas históricas en que el texto es actualizado, es decir, los efectos que produce el texto y sus grados de indeterminación, en el sentido del compromiso e involucramiento del lector en la coproducción de su posible intención, el horizonte de expectativas propio del lector, y la especificidad del texto en relación a otros tipos de textos (Schopf 87-91).


Bibliografía
Black, Stanley. Juan Goytisolo and the Poetic of Contagion: The Evolution of Radical Aesthetic in the Later Novels. Liverpool: Liverpool UP, 2001.
Goytisolo, Juan. El problema del Sáhara. Barcelona: Anagrama, 1979. 
_ _ _. Contracorrientes. Barcelona: Montesinos, 1985. 
_ _ _. Paisajes después de la batalla. Barcelona: Montesinos, 1982. 
Levine, Linda Gould. Juan Goytisolo: La destrucción creadora. México: Joaquín Mortiz, 976.
Mazzei, Norma. Postmodernidad y narrativa latinoamericana. Argentina: Filofalsía, 1990.
Navajas, Gonzalo. La novela de Juan Goytisolo. Madrid: SGEL, 1979.
Perez, José Carlos. La trayectoria novelística de Juan Goytisolo: El autor y sus obsesiones. Zaragoza: Oroel, 1984.
Robatto, Matilde Albert. La creación literaria de Juan Goytisolo. Barcelona: Planeta, 1977. 
Sanz, Santos. Lectura de Juan Goytisolo. Barcelona: Ambito Literario, 1977.
Schopf, Federico, ed. Teoría de la recepción. Santiago: Cuadernos de literatura N 1 de la Universidad de Chile, 1993. 
Sotomayor, Carmen. Una lectura orientalista de Juan Goytisolo. Caracas: Fundamentos, 1990.

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